Kong: Skull Island — A pesar del tamaño, el gorila se quedó corto

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Se estrenó Kong: Skull Island, el segundo largometraje del director Jordan Vogt-Roberts, quien forma parte de la oleada de cineastas independientes llamados por Hollywood para dirigir blockbusters basados en la premisa de que, a) son buenos en su oficio, y, b) cobran mucho menos que los directores especializados en este tipo de producciones.

Y Vogt-Roberts, al igual que Josh Trank (que pasó de la sensacional Chronicle al fiasco de Fantastic Four) y Noam Murro (de la gran Smart People a la somnolienta 300: Rise of an Empire), fracasó en su encomienda.

Y no es culpa de él, sino del sistema de Hollywood actual, en el que los productores quieren mantener tanto control creativo como sea posible, en especial en los llamados “universos cinematográficos”.

 

Recordemos que el proyecto original de Kong: Skull Island sería una coproducción con Legendary Pictures y Universal, la compañía responsable de King Kong (2005) dirigida por Peter Jackson. A Jackson le gustaba el proyecto, y se pensaba que fuera una secuela de su filme. El neozelandés (que sería productor ejecutivo) propuso como director a Guillermo del Toro, y todo pintaba de maravilla.

Sin embargo, a alguien en Legendary se le ocurrió entrar en la moda de los “universos cinematográficos” y decidieron empatar a Kong con las películas norteamericanas de Godzilla. Para esto, dejaron Universal y se llevaron el proyecto a Warner Bros., saliéndose Jackson y Del Toro de la ecuación.

Y una vez fijado el objetivo a alcanzar, pusieron en la silla de mando a alguien que, talentoso o no, es un director no probado. Pero no importaba, pues su papel sería básicamente supervisar el inicio de un universo que paradójicamente ya había empezado.

Todos estos detalles los analizamos en julio del año pasado, cuando fue revelado el primer tráiler de la cinta. Y honestamente nos hubiera gustado escribir “nos equivocamos”, pero no es así: Kong: Skull Island es una película mediocre.

Afortunadamente no llegó a ser tan mala como Godzilla (2014), que fue decepcionante a muchos niveles, empezando porque fue filme de un solo actor: Bryan Cranston. Pero el personaje de Cranston muere prematuramente y todo queda en manos de Aaron Taylor Johnson, quien no actúa ni en defensa propia (Sam Worthington parece Lawrence Olivier a su lado). Taylor Johnson debería dedicarse al modelaje, porque no hace más que posar, y uno no puede evitar imaginarse que antes de cada escena indicaba desde cuál ángulo quería “echar rostro”.

Pero, a diferencia de Godzilla, Kong: Skull Island cuenta con un gran reparto. Nadie tiene pierde y cada uno hace su bien trabajo aun cuando no haya mucho material para lograrlo. ¿Qué se puede decir de John Goodman y John C. Reilly? Son grandes actores, que con su sola presencia llenan la pantalla.

Samuel L. Jackson, como el coronel Packard, logra ser un Capitán Ahab de los tiempos modernos, con un poco del coronel Kurtz de Apocalypse Now. Vogt-Roberts y el cinefotógrafo Larry Fong se dieron gusto haciendo tomas cerradas de la mirada de odio del legendario actor, quien además tiene los mejores diálogos, y es posible que en algunas escenas estuviera improvisando, como cuando Mason Weaver (Brie Larson) le dice de manera melodramática “El mundo es más grande que todos nosotros”, contestándole Jackson “BITCH, PLEASE!”.

El protagónico masculino es para Tom Hiddleston, un actor con experiencia teatral que tiene para ofrecer mucho más que Loki. Sin embargo, su personaje es unidimensional: Lo quieren presentar como un Indiana Jones que es contratado por sus dotes como rastreador, pero el guión no le da pie a que muestre habilidad notable alguna. Falla en mostrarlo como un héroe o como alguien por quien debamos preocuparnos. Lo mismo sucede con el personaje de Brie Larson, demasiado pequeño para las capacidades de esta ganadora del Oscar.

En nuestro artículo de julio dijimos, “Si Kong: Skull Island logra ser buena, será gracias a los actores y a pesar del director”, y así fue, pues más allá de las buenas muestras histriónicas, no hay mucho rescatable.

El guión es predecible. Es básicamente el tráiler pero con dos horas de duración. No logra construirse expectación por observar a Kong, pues desde la llegada a la isla aparece mostrando todo su poderío en una pelea con helicópteros (que son muchos más de los que había originalmente en el barco) en la que de pronto es de día y un momento después es el atardecer y de nuevo es de día. Kong, que aquí no camina como gorila, sino totalmente erguido, es el protector de una isla constantemente atacada por los MUTOs que surgen de las entrañas del planeta. Queda atrás el detalle que siempre ha hecho grande al personaje: la tragedia. King Kong no logró formar parte de la cultura popular ser una película de un mono gigante, sino por ser una tragedia moderna.

Claro que en Skull Island no esperábamos una historia compleja, pero sí al menos algo más interesante y con un poco de suspenso.

La acción es en 1973, pero eso sólo nos lo recuerda el soundtrack (que incluye piezas como White Rabbit, de Jefferson Airplane; Paranoid, de Black Sabbath; Ziggy Stardust, de David Bowie), pero fuera de eso, ni vestuario ni peinados encajan con la época. Eso se cubre un poco con el detalle de que la mayoría de los personajes son militares.

En cuanto al Monsterverse, no queda claro cómo podrá empatarse a este Kong con Godzilla. Esta versión de Kong mide 30 metros de estatura (el Kong original y el de Jackson miden 8 metros), y aunque en la cinta mencionan que no ha terminado de crecer, los esqueletos de los padres de Kong se ven más pequeños que él. Y 30 metros son pocos para la versión Legendary de Godzilla, que mide 108 metros de estatura.

En la escena postcréditos (a la cual nadie se esperó en el cine donde acudimos), aparece un adelanto de lo que se viene: Además de Godzilla, en el futuro aparecerán otros kaijus como Mothra, Rodan y King Ghidorah.

El 22 de marzo de 2019 se estrenará Godzilla: King of the Monsters, mientras que Godzilla vs. Kong verá la luz en mayo de 2020. No hay que esperar de esas películas nada más que espectáculo y mucho CGI.

Kong: Skull Island es entretenida para pasar el rato, pero queda muy lejos, mucho muy lejos, del King Kong de Peter Jackson.

 

Kong: Skull Island (2017)

Dirigida por Jordan Vogt-Roberts.
Historia: John Gatins.
Guión: Dan Gilroy, Max Borenstein y Derek Connolly.
Producción: Alex García, Jon Jashni, Mary Parent.
Música: Henry Jackman.
Cinefotografía: Larry Fong.
Edición: Richard Pearson.
Protagonistas: Tom Hiddleston (James Conrad), Samuel L. Jackson (Preston Packard), Brie Larson (Mason Weaver), John C. Reilly (Hank Marlow), John Goodman (Bill Randa), Toby Kebbell (Jack Chapman), Terry Notary (Kong), Toby Kebbell (gestos de Kong), Corey Hawkins (Houston Brooks).