Buena selección en el segundo día de la IX Muestra SyFy de Madrid

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Si ayer el respetable enfilaba el camino a casa indignado por el trato casi de presuntos criminales que se le había dado, y con la sensación de estafa que dejaba el visionado de John Carter, la Muestra se ha resarcido hoy con una selección extraordinaria de títulos de 2010 y 2011 alejados de las salas comerciales.

Comenzaba la maratón de sesiones con la alemana Hell, la película de Tim Fehlbaum producida por Roland Emmerich que ya deslumbró en Sitges. A medio camino entre The Road y el slasher más tradicional, Hell nos ofrece un desolador panorama donde la actividad solar se ha disparado, y los escasos supervivientes de una tierra devastada luchan por sobrevivir en una búsqueda constante de agua, víveres y gasolina. Con giros interesantes, Fehlbaum nos deslumbra (nunca mejor dicho) con una gama de colores saturados que tienen un desasosegante efecto claustrofóbico, conduciendo la cinta a buen ritmo, sin llegar a ser frenético pero sin caer en una lentitud inoperante.

A continuación, la exhibición de Stakeland, una producción norteamericana que narra un escenario también apocalíptico, pero en esta ocasión, provocado por hordas de vampiros que reducen los actuales Estados Unidos a un paraje donde resultan tan peligrosos los radicales religiosos como las criaturas de la noche. Sin esquema definido, Stakeland huye de la tradicional secuencia presentación-desarrollo-desenlace para  mostrarnos una sucesión de historias cortas perfectamente entrelazadas entre sí donde los personajes van y vienen manteniendose como núcleo el devenir de un adolescente y un matavampiros que lo protege. Muy buena película, con espléndida fotografía y banda sonora, formidablemente conducida por Jim Mickle (el director de Mulberry Street) y protagonizada por Nick Damici en un papel de tipo duro bien encarnado, secundado por un auténtico lujo para una producción de tan bajo presupuesto como es contar con Kelly McGuillis. Stakeland nos muestra de forma metafórica, una análisis de las virtudes y defectos de una sociedad tan compleja como es la estadounidense

 

Hobo With a Shotgun, la última película que s3090.at4.pressdns.com ha seleccionado para esta jornada, ahonda también en la sociedad norteamericana, pero con una perspectiva mucho más bizarra. Con un despliegue de violencia extrema, Hobo With a Shotgun, nos cuenta la historia de un vagabundo encarnado por Rutger Hauer que decide tomarse la justicia por su mano ante la ausencia de la misma en una ciudad sin ley dominada por un sádico mafioso. Nacida a la sombra de un trailer mostrado en la sesión Grindhouse (Dead Proof de Quentin Tarantino y Planet Terror de Robert Rodriguez), Hobo With a Shotgun es una orgiástica manifestación de sangre y plomo que requiere de un buen estómago para poder ser digerida, pero que hará las delicias de aquellos que disfruten del cine gore sin llegar a caer en una escenografía tan explícita. Una película que resulta técnicamente perfecta, con un guión potente repleto de guiños a los clásicos del cine bizarro de los años ochenta y unos magníficos juegos de luces que tiñen el escenario en función del estado de ánimo, casi siempre sombrío, de los personajes.