Dicen que uno de los mayores desastres que puede haber, es tener a dos grandes trabajando juntos. Ese fue el caso de una de las cintas más comentadas, y que hasta ahora sigue teniendo categoría de culto, pues ha pasado a la historia como una de las más conflictivas, y que estuvo a punto de no llegar nunca a la pantalla.
Curiosamente, cuando se le presentó el proyecto a Alan Parker, él se enamoró literalmente del mismo, pues además tenía una especial admiración por Roger Waters. Sin embargo, su ídolo se derribó cuando comenzaron a trabajar juntos: Las discusiones entre ambos llegaron a los gritos y los insultos, y más de una vez se suspendieron las grabaciones de un día. Waters llamaba al director un pusilánime, incapaz de innovar incluso aunque su vida dependiera de ello. Parker, por su parte, no bajaba al cantante de niño malcriado, y aseguraba que la película era peor que un proyecto de secundaria. Bob Geldof llevó la peor parte, pues era usual que los dos lo tomaran para "mediar", que significaba que ambos exigían que les diera la razón. Según dice, muchas de las escenas en donde él se veía al borde del colapso nervioso, no eran totalmente actuadas.
Cuando estuvo terminada la cinta, Parker solicitó que no se incluyera su nombre en la misma, y sólo tras de mucho insistir, se le logró convencer, aunque la insistencia no vino exactamente de Waters. Actualmente, a pesar de ser uno de los más grandes éxitos, logró que los dos se mantuvieran distanciados en un rencor que perdura hasta la fecha.