Actuando para la inmortalidad...los que nunca vieron su última película

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Nos morimos muy poco y lo mejor sobreviveGermán Dehesa

Quizás la mayor seducción que ejercen las estrellas de cine sobre todos nosotros es la posibilidad de ser inmortal. Actuar significa plasmar tu escencia en una escena, durante segundos quizás, generando una imagen que perdurará por encima de tu propia existencia. Un actor sabe que su trabajo en pantalla podrá repetirse infinidad de veces jugando con las leyes del tiempo y el espacio que rigen a los demás mortales. Sí, ser actor es algo parecido a ser un Dios: provoca, conmueve, indigna o convence... se elige en cada papel la manera en que querrás se recordado para la eternidad.

Pero quizás no hay nada más sobrenatural en esta condición que haberse ido de a poco, con la sensación de no haber resuelto el enigma final: sin haber decidido el mensaje póstumo con la suficiente solemnidad,  y cuando al parecer esta última imagen al azar, resulta determinante para dar sentido a una vida entera.

Por supuesto que el caso más ilustrativo - y reciente-  es el de Heath Ledger, a quien ya se menciona como ganador de un Oscar póstumo. Ledger no solo hizo una actuación estupenda: logró cambiar el arquetipo de un villano de comic en la pantalla. Habrá un parteaguas en la forma de representar villanos en la pantalla grande gracias a al trabajo Ledger y su versión de The Joker. Y que conste que eso no es un legado cualquiera: hay quien busca dejar esa huella paradigmática a lo largo de toda su carrera.

 Casos como éstos dejan la sensación de que hubo un elemento sobrenatural en juego, por la forma en que se dieron las muertes y el destino de las últimas películas.  Ilustrando la situación están los Lee, Bruce y su hijo Brandon.  Bruce Lee muere un mes antes de ver en pantalla su última película Enter dragon (Operación Dragón 1973), considerada por muchos su mejor trabajo. Bruce Lee muere muy joven a la edad de 33 años, dejando muchos rumores acerca de su repentino deceso. Su hijo Brandon - por su parte- muere  de 28 años en un polémico accidente durante la filmación de the Crow (El cuervo 1993). Brandon Lee regalaba su mejor actuación hasta entonces, generando un éxito taquillero como nunca se hubiera imaginado. Sobre la muerte de los Lee se ha especulado de todo: desde desafortunadas coincidencias, venganzas e incluso maldiciones a toda la estirpe por haber revelado secretos ancestrales de las artes marciales. Verdad o ficción, las películas hoy son consideradas de culto por miles de fans del género.

Hay por supuesto,  la tentación de búscar mensajes ocultos en la actuación final: ¿Rebel without a case ( Rebelde sin causa ,1963) es una advertencia para James Dean? ¿Something got to give (sin título en español) es lo que le faltó a Marilyn  Monroe al final de su vida? Y bueno, más que tétrico saber que Natalie Wood muere durante una travesía en yate - en circunstancias asociadas al consumo de alcohol - antes de ver el estreno de Brainstorm (1981).

Pero hay otras circunstancias que no dejan de ser paradójicas: Tupac Shakur y Aaliyah, mueren antes de ver sus incipientes trabajos como actores. Exitosos ambos en la industria de  la música ,mueren en circunstancias trágicas, el primero antes de ver en pantalla su intervención en Gang related, una película que narra las rivalidad entre bandas en los barrios pobres. Shakur muere justamente por un asunto relacionado con esa rivalidad entre raperos. Aaliyah no llega a verse en la pantalla grande personificando a la Reina de los Condenados, versión fílimica del libro de Anne Rice debido a un accidente áreo. La película es mala, pero queda como testimonio de la última actuación de quien ya se consdieraba un fenómeno en la música.

Y si es verdad que  hay quien se queda sin cerrar el ciclo, y que las obsesiones de la vida te persiguen después de las muerte, también hay quien muere dejando su último trabajo sin estrenar, como si no quisiera irse nunca. Estrellas del cine Hollywoodense que ya habían hecho sus mejores trabajos, se mantienen activos dejando cintas sin estrenar al momento de su muerte. En ese caso están los nombres de Jean Harlow, Clark Gable,  Gary Cooper y Spencer Tracy.

Pero la historia reina en estas circunstancias es definitivamente la de Bela Lugosi, porque es una mezcla de todos los elementos ya mencionados. Lugosi ya nos había regalado lo mejor de su arte y un personaje para la inmortalidad: Ni más ni menos que al conde Drácula. Toda una estrella y un emblema arquetípico para el cine del género, Lugosi llega al final de su vida en medio de la bancarrota y con un severo problema de adicción a las drogas que tomaba para calmarle el dolor de una pierna. Es entonces que conoce a Ed Wood, un pésimo director que se anota el gran acierto de dejar para la posteridad la última imagen fílimica de Lugosi, aunque plasmada en la peor película de la historia: Plan 9 from outer space (Plan 9 del espacio exterior, 1959). Lugosi  - quizás afortunadamente- nunca la vió en pantalla, muere dejando algunas imágenes filmadas para Wood, quien las acomoda en la cinta a manera de homenaje. Pidió ser enterrado con su traje de Drácula,  como corresponde a una leyenda viviente.

Una constante hay en todos estos casos: la muerte te sorprende sin avisar. Vivir cada día como si fuera el último, dejar el corazón en el último proyecto sin saber que lo es, acaso sea  la única manera de no entregar al final malas cuentas o llegar la otra orilla con las manos vacías. Todos somos polvo de estrellas (de las que brillan,  no las hollywoodenses) ¿ o no?