Pocas cosas generan más dudas en el cine que la frase basada en un hecho real. Y en All Good Things, este punto se vuelve especialmente delicado. Aunque se basa en uno de los crímenes sin resolver más extraños de Nueva York, el director Andrew Jarecki toma todos los elementos tanto de los medios como de la investigación, y elabora su propia teoría sobre lo que pudo haber pasado, aunque es claro que su intención es más proporcionar una buena historia que en proponer una vía de investigación. Aún así, es una historia muy bien contada y que mantiene el suspenso en todo momento, pero tengamos en cuenta que su posición de "hecho real" es muy discutible.