Uno de los grandes estereotipos del pasado, y que era casi obligatorio para toda película de acción que se respetara, era la Damisela en Desgracia. Básicamente, era una joven bella, pura e inocente, que siempre era vìctima del villano en turno, para despuès ser rescatada por el héroe y, usualmente, terminar como pareja. Surgida en la época del cine mudo - aunque existía ya como arquetipo desde prácticamente la mitología griega - al grado de que uno de los clichès del gènero, es la dama indefensa atada a las vìas del tren.
A partir de la segunda ola feminista de los sesentas, el arquetipo comenzó a ser mal visto, pero aún así, era muy frecuente. Es hasta la década de los setentas que comienzan a retomarse las imágenes de mujeres fuertes, que se volverían la norma después de los noventas. De acuerdo a muchos analistas, el estereotipo ha desaparecido completamente, lo cual no es cierto.
Si somos algo analíticos, las damiselas en desgracia aún están presentes, pero más como etapas que como estereotipos. En esta época moderna, su principal forma es la de una mujer que lleva una vida normal, que de pronto se ve dentro de una situación de peligro. Generalmente, los primeros momentos son de la víctima desamparada, que requiere ser salvada. Pero poco a poco, las circunstancias la hacen comenzar a tomar decisiones, primero tímidamente, y después ir creciendo. El mejor ejemplo en ese caso, Sarah Connors.
Los estereotipos, como todo en la vida, no desaparecen, sólo evolucionan.