Aurora se descubre y The Lords of Salem se disuelve en el sexto día de Sitges 2012

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La selección de s3090.at4.pressdns.com para este festival en su sexto día arrancaba con Headshot, una película que proviene de uno de los paises que es pródigo en producción cinematográfica de calidad, pero cuya difusión es pobre. Headshot es un buen ejemplo de lo que decimos. Un thriller policíaco brillantemente hilvanado sobre una trama de corrupción política de fondo que muestra el descenso de su protagonista, un agente de firmes convicciones, a los infiernos del ojo por ojo y como, en su decadencia, pierde todo lo que ama por el camino. El director, Pen-Ek Ratanaruang, que sorprendiera en 2003 con la extraordinaria Vidas Truncadas, cambia de registro por completo y el resultado final resulta una magnífica película, reflexiva y sorprendente, donde se abordan conceptos como el destino, el arrepentimiento y la traición desde una óptica poco habitual. Ratanaruang dirige con esmero y mima cada plano con dulzura resultando en una excelente producción en el que con frecuencia se rompe la linealidad temporal a base de contínuos flashbacks que por momentos confunden al espectador pero que van desvelando

Si Headshot es una forma diferente de abordar el destino, también resulta serlo Safety Not Guaranteed de Collin Trevorrow, pero con una aproximación en clave de comedia al concepto de viaje en el tiempo. La cinta trae a la memoria aquellas películas de aventuras adolescentes que marcaron época en los ochenta, como puedan ser Goonies, o Exploradores, pero si en aquellas entrañables proyecciones, los protagonistas tenían menos de quince años. En Safety Not Guaranteed, nos encontramos a la misma generación en nuestros días, es decir, rondando los cuarenta, con lo que la conexión con aquel público juvenil se reestablece mágicamente. Todo el metraje, efectivamente, es un viaje en el tiempo metafórico de sus protagonistas, de vuelta a su juventud, o hacia la madurez con situaciones ciertamente cómicas, por momentos desternillantes que no desmerece un segundo e incluso un tercer visionado y que hace que aquellos con lágrima fácil tengan difícil contenerla en lo que supone uno de los finales más emotivos que se han visto en este festival.

También fresca y emotiva resulta ser Robo-G. Una comedia japonesa sin demasiadas pretensiones orientada a un público familiar dirigida eficientemente por Shinobu Yaguchi en el que una empresa de fabricación de lavadoras, a la vista de su propia obsolescencia, se embarcan en el proyecto de crear un robot. Los investigadores, histriónicamente torpes, pierden el primer prototipo y deciden contratar a un anciano para que se haga pasar por el producto. Un Vodevil, género en el que el cine japonés tiene enormes títulos, ligero y refrescante que cumple su cometido de hacer pasar un buen rato, y que desató sanas carcajadas entre el público.

También oriental, pero muy alejada de Robo-G, se presentaba la coreana Deranged de Jeong Woo Park, un thriller sanitario con un arranque espectacular con numerosas referencias a títulos del subgénero de catástrofes sanitarias, como Outbreak o Contagium pero que se va diluyendo conforme avanza la película, llegando a un final enórmemente forzado que le quita peso a lo que de otra forma habría sido una trama correcta bien planteada en sus comienzos. No obstante, se pueden sacar elementos interesantes de esta cinta como las implicaciones que la codicia, sumada a la globalización extrema que vive el mundo, supone en el valor del individuo, secundario frente a los intereses económicos estableciendo un paralelismo claro con la situación económica actual.

Tras Deranged, y marcada en rojo en el calendario, se encontraba The Lords of Salem, la esperadísima cinta de Rob Zombie, en lo que supone la culminación de un trabajo de más de cuatro años. El argumento gira en torno a los sucesos que le acontecen a su protagonista, Heidi (a la que da vida Sheri Moon Zombie, la mujer del director) al ser objeto de la culminación de un rito iniciado más de tres siglos atrás. Rob Zombie pone en escena una obra visualmente potente, repleta de referencias al cine de terror de corte diabólico que tanto abundara en los setenta y principios de los ochenta, pero actualizado a la imaginería moderna. No obstante, no es capaz de aportar nada nuevo a este género, resultando la película al final una copia burda de la magistral cinte de Roman Polansky, Rosemary's Baby con estética de videoclip. Así, The Lords of Salem, pese a resultar visualmente muy potente, e impactante en términos de fractura pagana, se pierde en una trama plana, como planos resultan también sus personajes, con lo que el resultado final se pierde para convertirse únicamente en una convencional actualización.

La sorpresa de la jornada, vino de la mano de Aurora, de Kristina Bouzyte, una producción lituana repleta de elementos sincréticos que demuestra el buen hacer del cine báltico. El argumento consiste en el estudio que llevan a cabo un grupo de científicos para conseguir introducirse en la mente de un paciente en coma. El psiconavegante, descubrirá que el paciente es una mujer, e iniciará una relación amorosa en una psique compartida con situaciones enórmemente oníricas, circunstancia que, a pesar de no ser nueva (un tema explotado hasta la saciedad) se presentan como el marco ideal y surrealista para exacerbar los sentimientos humanos. Cine fantástico puro y duro que se muestra con una fresca plasticidad y agilidad en los diálogos y una música inquietante y serena al tiempo que hacen de Aurora uno de los grandes descubrimientos del festival, y probablemente del año.

http://www.youtube.com/watch?v=IFS9bupbdYU