Bala Mordida. La rebelión de los chalecos

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Bala Mordida/Photo by sic.conaculta.gob.mx

 

 

 

  • Bala Mordida. México, 2011

    Dir: Diego Muñoz

  • Reparto: Damián Alcázar, Miguel Rodarte, Roberto Sosa, Dagoberto Gama Flor Payán, Gina Moret. Gustavo Sánchez Parra

    Calificación 3/5

 

Como es de suponerse, el tema del narco, la seguridad y el clima violento en nuestro país, no estaría completo sin tomar en cuenta a los policías, protagonistas centrales de todas estas historias, y a quienes cuesta trabajo como ubicar como parte de la solución, porque en realidad son también parte del problema.

 

Como suele suceder en los casos en los que el cine se ocupa de temas polémicos, es más relevante el tema que trata y la función de denuncia y reflexión que cumple, que su calidad cinematográfica. Y en este segundo rubro no hay mucho que decir: aceptable en términos generales, sin tener un gran guión o constituir una novedad narrativa.

 

Pero lo que hay detrás de la cinta sí es interesante: 40 casos documentados por Muñoz sobre el tema a lo largo de casi diez años que duró la realización del proyecto, son la materia prima de la trama. Muñoz narra a la revista Proceso que tenía la intención de filmar un documental, pero se topó con muchos problemas, entre ellos el que ningún policía quiso que su entrevista fuera grabada.

 

Pero Muñoz y su historia acerca de la corrupción se toparon con otro tipo de problemas, como el financiamiento o que alguna distribuidora quisiera ayudar a que llegara a los cines. Eso finalmente dejó de ser obstáculo y la película llegará a los cines este próximo viernes. Claro, con pocas copias y tratando de darle batalla a Piratas de Caribe, además tomando en cuenta que la piratería ya tiene varias semanas ofreciéndola a su numerosa clientela.

 

La película narra la historia de Mauro (Rodarte) un joven policía que entre sus tareas cotidianas está hacer la compraventa de cocaína que controla dentro de la corporación el comandante del grupo (Alcázar). Un día la cosa sale mal, se ve envuelto en la tentación de “bajarle” unos billetes a la compraventa, negocia por ello a cambio de una pistola y el asunto termina en una trifulca donde resulta herido a pesar de traer chaleco antibalas. El tema se trata en los medios y se señala como una de las razones por las cuales la policía no cumple con su deber, la escena pública se llena de acusaciones al respecto, desviando la discusión del tema central: la corrupción que existe desde abajo y hasta arriba de las corporaciones policiacas.

 

Es verdad que Muñoz no nos muestra el hilo negro del asunto ni nada que de verdad no sepamos. El asunto de lo chalecos parece – incluso dentro del guión cinematográfico- un hilo conductor que alcanza para mostrar el cuadro completo del desastre, es el todo y las partes, y ese acaso sea su mayor acierto en cuanto a tratamiento cinematográfico del tema.

 

Otro punto a destacar en la trama, es la historia sin tiempo ni lazo tangible con el mundo real que nos cuentan con imágenes. Personajes solitarios que carecen de vida propia, de sueños, familia o esperanzas hacen que la situación se vuelva todavía más asfixiante, que la tentación cobre vida, junto con la ambición, la venganza, la desolación, la ira, la amargura de no ser nadie y de no importarle a nadie.

 

Interesante y con muy buenas actuaciones, es lo que la hacen recomendable. Un tema difícil que evidentemente no la convierte en una opción para el entretenimiento, puede alejar a muchas personas de la taquilla, como suele suceder con este tipo de películas.

 

Lo mejor:

  • El cuadro actoral es muy bueno. Llama la atención – y de hecho puede funcionar muy bien para llevar gente a las salas- ver juntos a Miguel Rodarte y a Damián Alcázar que recientemente han participado en cintas sobre el tema (El infierno y Salvando a soldado Pérez) con muy diferente tratamiento.

  • No hay un juicio moral sobre los policías, lo cual se agradece. La corrupción por quince pesos, tiene su origen no en los valores de las personas, sino en la estructura que lo fomenta y lo permite.

  • La ciudad de México sin maquillaje. Un muy buen trabajo de locación, que nos aleja de esos intentos por presentarla demasiado sórdida o demasiado “art deco”

 

Lo peor:

  • El “continnum” en el que se desarrolla la historia hace que adivines el final con facilidad. Puede perfectamente empezar donde termina y terminar donde empieza.

  • El asunto de los chalecos se suelta un poco para mostrar algunos elementos escabrosos que quizás no eran tan necesarios. Ya habíamos entendido que estábamos entre desalmados.

  • Nada sorprendente al final, como a la mitad sabes que todo va acabar mal y que este es el cuento de nunca acabar.

  • Creo que este último punto es pura ignorancia mía, pero ¿porqué se llama bala mordida? Nunca se menciona en la película.