Breve historia del cine (montaje)

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Para inicio del siglo XX los cineastas habían logrado todos los elementos de un plano, sin embargo, todavía estaba por desarrollarse algo revolucionario: el montaje. Cortar y montar cinta ya grabada fue un proceso que requería de tiempo e imaginación, ejemplo de ello es la película de 1903 de Edwin S. Porter, La vida de un bombero americano.

En el minuto 3:15 comienza una escena donde la mujer atrapada en el incendio es rescatada por un bombero que luego de ponerla a salvo, regresa por un niño a la habitación. Toda la escena es vista desde el interior, pero en el minuto 4:37 hay un corte y volvemos a ver la misma escena, pero esta vez filmada desde el exterior de la casa.

Años más tarde Porter reeditó la cinta. Esta vez intercaló los cortes de la escena filmada desde el interior con los cortes de la escena filmada desde el exterior. El resultado podemos verlo a partir del minuto 1:59; esta vez observamos una misma acción en una sola secuencia, como si la cámara siguiese todo el tiempo el recorrido del bombero.

Hoy en día este recurso narrativo es de lo más común en el cine: el corte de continuidad. Se muestra una misma escena desde espacios distintos, se enfatiza el movimiento y permite las emocionantes escenas de persecución.

En 1907 ocurre un nuevo salto conceptual en el cine. En Le cheval emballé, Charles Pathé nos muestra lo que ocurre en dos lugares distintos al mismo tiempo. El comerciante deja su caballo en la calle mientras él entra a un edificio para hacer una entrega. El caballo se acerca a un costal con comida y mientras tanto vemos al hombre subir las escaleras, regresamos al caballo, que sigue comiendo, otra vez al hombre en las escaleras y de vuelta al caballo. A eso se le llamó montaje en paralelo, que permite contraponer hechos, crear tensión o contar dos lineas argumentales.

https://youtu.be/cqpbl3aKj9U

Un año más tarde en El asesinato del Duque de Guisa, de André Calmettes, podemos ver la creación de un nuevo corte. En el minuto 10:30 el Duque da la espalda a la cámara en tanto sus acechadores le invitan a pasar a la habitación donde están reunidos.

Podríamos perdernos la reacción del Duque, sin embargo, otra toma desde la posición contraria nos permite ver su rostro al entrar en la habitación. A partir de ahí, el paso de un lugar a otro es separado sólo por las cortinas, pero no es necesario suponer qué sucede mientras los actores nos dan la espalda, puesto que tenemos también la perspectiva de frente. Fue el inicio de lo que hoy se conoce como contra-plano.

Este descubrimiento supuso una ruptura total con la puesta en escena teatral, en el cine es posible rodar desde casi cualquier angulo. El actor es ahora el objeto central de la grabación.