Tras de varios meses de contingencia, se están comenzando a dar a conocer las noticias sobre los avances en las vacunas, y muchos lo están viendo como el fin de esta situación. Sin embargo, las cosas puede que no sean tan sencillas, pues muchas de nuestras esperanzas pueden ser un poco precipidadas, y desafortunadamente, es posible que el cine sea culpable de todo ello.
En esta ocasión, te presentaremos cinco mitos que son muy comunes dentro del cine, y que desafortunadamente, no son tan ciertos como parecen.
Una vacuna sirve tanto para inmunizar a una persona sana, como para curar a una enferma: Las vacunas tienen como función el crear inmunidad contra algún mal específico, por lo que debe de administrarse a una persona sana. Los medicamentos que combaten el mal ya existente son los antibióticos y los antivirales.
Las vacunas son instantáneas: En varias ocasiones hemos visto al héroe recibir la vacuna para, segundos después, lanzarse al interior de la zona màs contaminada. El cuerpo requiere un cierto tiempo para crear los anticuerpos necesarios, y es necesario dejar pasar un tiempo más de cuidados antes de estar 100 % seguros.
Las vacunas curan los efectos secundarios: Una de las escenas clásicas de cualquier película, es ver como a los pocos segundos de la inyecciòn, las llagas y erupciones de la víctima se curan como por arte de magia, e incluso recuperan la lozanía y masa corporal perdida durante la enfermedad.
Una vez que tienes la muestra de sangre de una persona inmune, el problema está resuelto: Todos hemos visto ese viejo cliché: El héroe le entrega al científico un tubo de ensayo de sangre, o al donante, se corta la escena, y pasa al epílogo, en donde todos lucen sanos y felices, tras de que la vacuna fue aplicada a todos.
Se puede hacer una vacuna en la cocina de tu casa: Científico de cine que se respete, trabajará en su propia casa, con el equipo que uno encuentra en un hogar promedio, y quizá un microscopio escolar, y antes de que amanezca el día siguiente, la vacuna estará lista... Y probada.