Cine de academia en la tercera jornada del SEFF'11

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La selección que Homocinefilus ha llevado a cabo para el tercer día, ha tratado, aprovechando que el festival está dedicado al cine ruso, de introducirse en las tendencias del país eslavo.

Muy valiente fue Valeriya Gay Germanika cuando, en la gala de inauguración, hizo uso de sus cinco minutos no para presentar y promocionar su película, Everybody dies but me, sino para llevar a cabo una encendida denuncia de la situación del séptimo arte en el pais de los Urales.

A tenor de lo visto, no le falta razón a Germanika. Aun sin haber podido llevar a cabo más que una visión muy preliminar, el panorama es desolador.

Kandahar de Andrey Kavun, nos traslada al episodio real vivido a finales del siglo pasado, del secuestro de la tripulación rusa dde un avión de carga por parte de los talibanes y su posterior huida de vuelta a la patria. Es bien sabido que Afganistán resultó ser una ratonera para las tropas de la entonces unión soviética, pero muy profundas debieron de ser estas para retratarnos un escenario tan maniqueísta con la tripulación rusa eregidos en paradigma de la civilización, y los talibanes como meros bárbaros. Una película que es de suponer que sea de aventuras, pero que debido a un guión pobre se convierte, a pesar del esfuerzo de un más que correcto plantel de actores, en una película que encontramos francamente mejorable a pesar de la magnífica fotografía que la rodea, demostrando lo importante que es una historia a la hora de hacer cine.

Dentro de la sección oficial, Nikolay Khomeriki nos presentaba Heart's Boomerang, una película en blanco y negro donde se narra las desdichas de Kostya, un joven ruso a sueldo del metro de Moscú al que le es diagnosticada una extraña dolencia cardíava. Kostya, consciente de que cada día puede ser el último, intentará un extraño equilibrio entre disfrutar de la vida, y arreglar todos los temas pendientes. La película abusa de cámaras estáticas, y planos sin diálogos alargando el metraje en exceso, tendencia a la que cada vez se suben más películas pretendidamente intelectuales pero que en malas manos resulta en una fractura del ritmo. Tanto el formato como la débil banda sonora hacen de Heart's Boomerang una película excesivamente lenta que por momentos levantó los bostezos del respetable.

Otro ejemplo de pretendida intelectualidad, la podemos encontrar en Las Olas, la última película del realizador español Alberto Morais. Morais, que se estrena como director de largometrajes, presentándonos a Miguel (Carlos Alvarez-Novoa), un excombatiente repúblicano de la Guerra Civil Española que a raiz de la muerte de su esposa viaja a su propio pasado al tiempo que lleva a cabo una peregrinación personal a las playas del Languedoc donde estuvo internado en un campo de refugiados. La película también abusa enórmemente de planos demasiado largos y denota el origen como director documental de Morais. Además, los actores son dirigidos de tal forma que se muestran hieráticos, con lo cual, la película deriva hacia una sucesión de paisajes entre los que se deja ver, en forma de flashbacks recurrentes, un mensaje político transmitido sin demasiada convicción. La película, que había recibido varios galardones recientemente en el Festival de Cine Internacional de Moscú, se plasma como un exceso académico que se traduce en una película lenta y aburrida.

Mensaje político también podemos entrever en If not Us, Who?, del realizador alemán Andres Veiel. En los tiempos en que el biopic está considerado como un subgénero pasado de moda, Veiel se atreve a lidiar con la vida de Bernward Vesper, figura de culto de los movimientos sociales alemanes de los años setenta a través de su novela autobiográfica "Die Riese" (El viaje). Veiel dirige a un convincente August Diehl (Salt, Inglorious Bastards) en el papel del controvertido autor alemán Bernward Vesper, desde su infancia en casa de los Vesper marcada por la influencia de su padre, Will Vesper (uno de los autores literarios del régimen nazi), hasta sus coqueteos con los movimientos de la izquierda radical que desembocaron en la creación de la RAF (Facción del Ejército Rojo), organización de la que su mujer, Gudrun Esslin, fue fundadora. La propuesta está bien encaminada, con una narrativa ligera que permite aproximarse en primera persona a figuras marcadas por la historia reciente alemana en un entorno opresivo y por momentos claustrofóbico mostrándonos el descenso a la locura que protagonizó Vesper a lo largo de su vida.

Quizás el festival esté resultando, al menos hasta hoy, una colección de títulos demasiado académicos. No obstante, el público sevillano, fiel a la cita anual, no falla, y día tras día se registran llenos en las sesiones al público. La que no está a la altura es la organización. Nuevamente fallos de coordinación en la venta de entradas dejaron el teatro Lope de Vega durante la presentación del film de Veiel y posterior coloquio con un desangelado aspectolo que resulta especialmente sangrante al saber que hubo espectadores que se quedaron sin boleto. Deberá el festival mejorar la coordinación en este sentido si realmente quiere despegar como el festival de cine internacional que es, y que una ciudad como Sevilla merece.
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