Para los productores con un presupuesto limitado, como suele pasar con una gran cantidad de amateurs, ciertos efectos pueden ser algo complicados, pero con un poco de ingenio, pueden ser superados. Quizá uno de los más difíciles, es el de una electrocución, que si bien puede parecer algo complicada, resulta extraordinariamente sencilla con unos trucos literalmente caseros.
Hemos de aclarar que este método, aunque con un grado suficiente de seguridad, sigue teniendo sus riesgos, por lo que es mejor evitar prendas plásticas, líquidos inflamables o vapores demasiado volátiles al momento de realizarla, y aunque el riesgo es muy bajo, será bueno tener un extintor a la mano.
Consíganse unas cinco o seis luces de bengala pequeñas, y córtenlas a la mitad, de forma que sean fáciles de ocultar, y el efecto sea leve. Estas deberán de ocultarse en sitios estratégicos, tras del alambre o reja que se vaya a usar, y lejos de donde el actor vaya a tocarlo. A los pies del mismo, y fuera de cuatro, coloca unas luces azules y blancas, intercaladas, y con controles que te permitan encenderlas y apagarlas por separado rápidamente. También bajo el cuadro, y en cantidades muy pequeñas, habrá que poner un poco de humo, que ya hemos visto en otras ocasiones como crearlo.
Haz una pequeña tira de papel y enróllala en cada bengala, formando una pequeña mecha. Al momento de comenzar a filmar, enciende cada una de ellas y aléjate. El actor deberá tomar el cable, y sacudirse como si estuviera realmente recibiendo la descarga. En ese momento, se debe de activar el humo - que debe de ser muy escaso, apenas visible - mientras se encienden las luces blancas y azules en rápida secuencia, alternándolos con momentos muy breves de completa obscuridad. Si se realiza correctamente, se tendrá una electrocución bastante realista, y sin necesidad de un gran despliegue de efectos.