Creed: Un paso, un golpe, una ronda a la vez

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Si hubiera que sintetizarla, Creed es acerca de un significado. Es una forma de responder a quizás la pregunta más inquietante de la historia: la identidad. O al menos, esa es una forma de comprender la decisión de Adonis Creed (Michael B. Jordan), por abandonar su lujosa mansión y trabajo en Los Ángeles y viajar hasta Filadelfia, de camino rechazando la inquietud de su madre Mary Anne (Phylicia Rashad) por su reciente decisión personal. Según ella, Adonis no tiene que ser como su padre.

Michael B. Jordan y Sylvester Stallone en Creed
Michael B. Jordan y Sylvester Stallone en Creed

Su padre, Apollo Creed (Carl Weathers), campeón mundial de boxeo y clásico rival de Rocky Balboa (Sylvester Stallone), quien se ha convertido en el guardián de un restaurante creado por su fallecida mujer Adrian (interpretada por Talia Shire en la clásica Rocky), primer punto de encuentro entre Adonis y él. Adonis quiere pelear porque eso es lo que ha estado haciendo desde que tiene memoria, deambulando en instituciones juveniles que, a juzgar por el inicio de la cinta, se asemejan mucho a una prisión. Aún así, ¿por qué renunciar a su vida de aparente lujo, en favor de una actividad innecesaria (según Rocky) para él? No hay respuesta racional para semejante premisa, pero tampoco hay una respuesta racional para la pasión.

Pretty Ricky Conlan (Tony Bellew), el rival de Creed
Pretty Ricky Conlan (Tony Bellew), el rival de Creed

Y este es otro tema en la cinta de Ryan Coogler, detrás de la energía emocional que rodea a la cinta. Es también una notable cinta de “acción deportiva”: La dirección de Coogler junto a la cámara de Maryse Alberti crea escenas de lucha conscientes y de creciente empatía conforme la historia avanza. Historia que, en cuanto a sucesión de eventos, es bastante similar a la primera Rocky: el nacimiento de un atleta desde la humildad hasta la gloria, y su coronación durante una pelea comparable a David y Goliat: así como Rocky se enfrenta a Creed en la primera cinta, Adonis termina encarando a “Pretty Ricky Conlan” (Tony Bellew), cuya actitud podría mudarse con éxito a la siguiente cinta de Guy Ritchie.

Bianca (Tessa Thompson) en Creed
Bianca (Tessa Thompson) en Creed

Pero la pregunta nunca deja de ser por qué. ¿Por qué luchar, no sólo en el acto físico del boxeo, sino en la vida. ¿Dónde está el motivo en enfrentar a una fuerza omnipresente, potencialmente invencible? Ni Jordan ni Stallone (en su primera ronda, y en esta película) van a responder con argumentos. Pero si tienen la habilidad de convencer a la audiencia para acompañar su viaje: El entusiasmo de Jordan no sólo permanece durante las casi tres horas de la cinta, evoluciona: El camino hacia el “éxito” va más allá de montajes de entrenamiento (que, afortunadamente, no ahogan el espacio de la cinta), también es una especie de proceso terapéutico: un camino de éxtasis y frustración por igual, que Jordan transmite con profunda honestidad, y repercute también en la actuación de Stallone, poniendo el destino de su personaje más popular en una circunstancia interesante.

Creed es conmovedora como resultado de un tema universal, en tanto que este, con mucha seguridad, ha residido en la vida de la gente que la observe. La ejecución de Coogler es consecuente, más no exagerada. Fuera de contexto, podría parecer que las escenas más “emotivas” de Creed son una imitación de Rocky, regresando incluso a fragmentos de la banda sonora original. Pero existen por si mismos, casi como si Coogler, Jordan y Stallone hubieran pasado por los conflictos emocionales que habitan el mundo ficticio. Quizás esto es verdad, y la re-exploración personal en forma artística ayuda a justificar a Creed como una de las cintas más emocionantes del año.

Manuel Cruz

@cruzderivas