De exorcismos y cosas peores. Parte I.

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El exorcista 

El ataque es psicológico, Demian…y muy poderoso

Advertencia del Padre Merrin en “El Exorcista” 

Para Martín Hernández 

Las opiniones siguen encontradas.¿Cuál es la película más aterradora de todos los tiempos? En sitios de Internet, donde se hacen sondeos y encuestas, El Exorcista de William Friedkin sigue estando – casi siempre- entre los tres primeros lugares. (ver “Los 100 momentos más espeluznantes” de Jorge Ocampo Alcázar en  http://www.cinecinecine.com/?p=222

¿Qué es lo que hace de esta historia algo tan poderosamente influyente en los miedos colectivos de varias generaciones? La historia parece tan antigua, tan clásica, tan predecible (en la batalla del bien contra el mal, sabido es que para efectos hollywoodenses el bien gana siempre ¿no?). Sin embargo el relato está construido de manera diferente, cambia la perspectiva del tratamiento clásico del cine de terror, rebasando el predecible final hacia posibilidades más aterradoras. El bien terminará ganando, pero vaya que le costará trabajo.  

La historia esta basada en un hecho aparentemente real. William Peter Blatty afirma haberse inspirado en una nota periodística acerca del posible exorcismo practicado a un adolescente en 1949 en Maryland, EUA. El caso es que cambió algunos elementos y construyó su propia historia: cambió al niño por una niña y lo situó en un suburbio de Washington. La novela se publica en 1972 y al año siguiente, Blatty se convierte en productor del filme, del cual también es guionista. Los estudios contratan a William Firedkin para dirigirla y es así como se  realiza la película más aterradora de todos los tiempos.   

 Los detalles fueron cuidados al máximo, cayendo incluso en la exageración. Se consultó al Vaticano y se pidió autorización para que en el filme participaran sacerdotes verdaderos. Tal es el caso del rol de Obispo que da la autorización para el rito y el papel del Padre Dyer, sacerdote amigo de Demian Karras, quien lo confiesa al momento de morir. Ambos son jesuitas, orden que asesoró a Peter Blatty  cuando escribía la novela. El Vaticano se mostraba reacio a autorizar la participación de los sacerdotes y a permitir que se usara el rito verdadero en la escena del exorcismo. Una frase de Friedkin los convenció: “Al final, Dios gana”. Es así que para cualquiera que quiera corroborarlo, el rito usado por Merrin y Karras corresponde plenamente al Ritual Romano de
la Iglesia Católica no modificado -en ese entonces- desde 1641.  

La cinta esta construida con muchos planos oscuros y tomas a los rostros de los personajes, en una clara tendencia impresionista. La música juega un papel importante. Habiendo pagado a un compositor para hacer la música, finalmente cae en manos de Friedkin “Tubular bells” de Mike Oldfield, y decide no usar la otra música. Es el tema que todos conocemos y que a algunos todavía nos aterroriza. Los efectos de sonido –por los cuales la cinta gana un Oscar y un premio BAFTA – se deben orgullosamente a Gonzalo Gavira, un extraordinario técnico mexicano que había participado antes con Alejandro Jodorowsky en El Topo. 

El Exorcista es todo un fenómeno mediático y social. Muchas personas no tenían una imagen de cómo debía verse o comportarse un poseído hasta que vieron
la película. La Iglesia reporta un aumento en las personas que se dicen poseídas, después de haber visto el film. Y de hecho, son legendarios los gritos dentro de las salas de cine, los desmayos, las pesadillas que –se decían-acompañaban por varios meses a quien había visto la película.  

Siendo una historia tan poderosa,  los estudios se vieron en problemas en darle continuidad. La segunda parte (El hereje) es verdaderamente mala y la tercera –que en realidad puede considerarse como la verdadera secuela- tiene como único mérito haberse basado en la novela Legión de Peter Blatty. De los actores originales, Linda Blair  y Kitty Winn repiten en la segunda parte, donde hay también una recreación de la muerte del padre Merrin y otros momentos de su vida por lo que volvemos a ver a Max Von Sydow. Para la tercera parte solo volvemos a ver a Jason  Miller.  

Fuera de ellos, nadie del elenco original aparece en alguna secuela. La precuela dirigida por Renny Harlyn en 2004 (The begining) sonaba interesante debido a que uno de los guionistas es un afamado escritor de novela de suspenso y thrillers: Caleb Carr. Pero se necesita algo más que eso para revivir un mito y la verdad es que la película no lo logra. Sin embargo, al año siguiente, se hace una nueva versión de la historia de Carr y Wisher dirigida por Paul Shrader con algunas variantes: Dominion, la precuela del Exorcista,  que es mejor que la de Harlyn. vaya ¡le gustó al propio Petter Blatty!.  

Incluso se repite parte de elenco, locaciones, diálogos enteros. Dominion es mejor porque deja más claro porqué la del padre Merrin es una batalla personal con el demonio. Además está mejor contada, aunque las dos adolecen de buenos efectos especiales para las escenas donde aparecen unas hienas demoníacas… la escena es pésima en las dos películas.  

Sin embargo, si uno ve todas las películas en el orden en que debe ser contada la historia, se aprecian muchas inconsistencias que dejan de hacer creíbles tanto secuelas como precuelas. No es posible – por ejemplo- que en El Hereje se hable de la posibilidad de que Merrin estuviera cayendo en una especie de fascinación demoníaca, si después sabemos que es el demonio el que se propone vengarse de él y perseguirlo. El se mantiene firme en la fe después de ese episodio. Además para la tres, nunca entendimos el suplicio eterno al que -ahora sabemos- se condenó a Demian Karras, si al final de El Exorcista  el Padre Dyer alcanza a darle la extremaunción, entonces ¿a qué horas se lo llevó el diablo?  (literal). 

Después de El Exorcista, el tema de  las posesiones se volvería importante para el género de terror. Hay quien lo considera un subgénero en si mismo, en la misma categoría que el cine de vampiros, zombies, psicópatas y otros.  

Para la segunda parte,  otras películas sobre el tema.