Decepciones y sorpresas en la cuarta jornada de Noctura

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Pasado el ecuador del segundo Nocturna, el Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid, podemos comenzar a hacer balance de esta edición, que salvo cambio radical, se antoja como muy bien balanceada, trayendo a las pantallas madrileñas títulos consolidados y novedades a partes iguales.

Y es que, si bien el hecho de aportar carteles que funcionan bien a un festival, garantiza la flotabilidad económica, es en las apuestas arriegadas donde se ve el resultado final. El jueves 29, pudimos ver todo el abanico, desde agradables sorpresas a decepciones, que por supuesto, tambien debe de haberlas.

E iremos de menos a más, comenzando con lo que sin duda, ha resultado ser la decepción del festival. Hablamos de Lord Of Tears. Se entiende su inclusión como la arriesgada propuesta que es, en un festival de estas características, pero el sentir general del público era de que nos encontrámos ante una película fallida. Baste unas palabras para indicar que el público puede ser un juez demasiado cruel a veces, y este es el Caso de Lord of Tears. La película puede que esté muy limitada técnicamente, pero como asistentes a una proyección, deberíamos ser capaces de valorar el esfuerzo que una producción, sea cual sea el producto final, tiene, especialmente cuando hablamos de una financiación 100% capital privado. Pero volviendo a la parte técnica del film, todo el metraje, tal vez demasiado extenso para una película de esa naturaleza, se basa en construir una atmósfera gótica, en una propuesta que se queda a medio camino entre una película de fantasmas y otra de terror ritualista. Y ese es precisamente el problema, al quedarse a medias de ambas, la película no propone nada concreto, a pesar de un buen planteamiento. Adolece Lord of Tears de buenas interpretaciones, ya que nos encontramos con personajes muy forzados que en ningun momento dan la sensación de meterse realmente en el papel. En resumidas cuentas, una propuesta interesante si habláramos de cine amateur, pero que se cae en el contexto de un festival.

LordofTears

Pero si hablamos de amateur, deberíamos hablar de Circus of The Dead. Un slasher urbano que sorprende por la agresividad de su propuesta, filmada con medios que podríamos calificar como exiguos y que deja ese buen sabor de boca de la cinta hecha con muy bajo presupuesto pero muchísima ilusión. Al igual que Lord of Tears, hablamos de una propuesta, no arriegada, si no más bien suicida, al plantear en un festival del nivel que está mostrando esta edición de Nocturna una película que sin embargo, funciona de maravilla en una sala. Con la granularidad típica de las cámaras 4K y con una iluminación francamente deficiente, Circus of the Dead hace de los defectos virtud para contar una historia de payasos asesinos a la sombra de It. Mucha violencia gratuita, casquería y sangre es lo que podrá encontrar el espectador en una película que luce méritos y que cuenta, pese a lo que podría suponerse con unas actuaciones realmente impresionantes, destacando por encima de todo la del personaje de Papa Corn, el líder de los diabólicos clowns interpretado por Bill Oberst, un clásico del cine indie americano que vuelca una tablas técnicas soberbias delante de la cámara, canibalizando al resto de personajes y haciendo que toda la película gire en torno a su insana afición por la violencia. Muy buen acierto del festival al darle la alternativa a este tipo de cine que nos hace recordar porque seguimos siendo aficionados al género.

Circus of the dead

Pero sin duda, la gran sorpresa del día, y salvo giro dramático de los acontencimientos, probablemente del festival, nos la hemos llevado con Cruel & Unusual. Bajo la apariencia inicial de un telefilm doméstico, nos encontramos con una obra preciosista con un magnífico sentido del ritmo. En efecto, en una época en que las películas de género se vienen caracterizando por un exceso en su planteamiento inicial, Cruel & Unusual, del canadiense Merlin Dervisevic, nos trae una interesantísima idea bajo un prisma novedoso tal como es la paradoja de la redención a través de la condenación. Esto, que parece un simple juego de palabras, en realidad es una aportación muy fresca al cine de género. El destino, las relaciones personales, e incluso un bocado de costumbrismo social, plasmado magníficamente por la visión de un director que viste de tonos fríos, monótonos y opresivos y de un sentido de la perspectiva que impacta visualmente. Una película que debería ganarse un hueco en nuestras videotecas merced a una puesta en escena sofocante y unas interpretaciones realmente soberbias, especialmente por parte de su protagonista David Richmond-Peck, un habitual secundario se superproducciones,

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