Delirio y violencia social en el segundo día de Sitges 2012

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Ya tardaba en llegar, pero el segundo día y como mandan los cánones, aparecía la película sobre la Guerra Civil y la represión franquista que caracteriza a cualquier festival de cine al que accedan películas españolas (catalana en este caso). Un tópico recurrente cuando se trata de producciones patrias, y que en esta ocasión, se salda con una decepcionante película como es Insensibles. A pesar de contar con un reparto de altura como el sevillano Juan Diego o Alex Brendemülh, la película no se plantea de forma eficiente y no llega a tomar altura en ningún momento, dejando esa sensación de vacío de aquellas producciones en las que el espectador emplea el tiempo de la película en una espera de un acontecimiento que no se llega a plasmar con contundencia en ningún momento del metraje. Juan Carlos Medina, que debuta en la realización de un largometraje, consigue crear una buena atmósfera, pero la pobreza del guión, junto con algunos raccords que podríamos calificar de antológicos, le restan realismo a una buena idea que resulta en un experimento fallido.

Todo lo contrario que la muy onírica y surrealista Holy Motors, la vuelta a la gran pantalla de Leos Carax tras un interludio de 12 años tras su último largometraje completo. Holy Motors se nos muestra como una metáfora de la vida moderna, a través de un día de trabajo de Monsieur Oscar, brillántemente interpretado por Denis Lavant, al que ya viéramos en la pasada edición, encarnando al ogro de Le Petit Poucet. Oscar acudirá a distintas "citas" donde debe interpretar diferentes versiones de si mismo en un formato de historias cortas, cada una con su propio sentido, pero que presentan como hilo común la vacuidad de las sociedades occidentales, retratando como nadie el concepto de hombre isla. Brillante la fotografía que presenta de París (a la que ayuda el propio marco de rodaje) deja una profunda reflexión en el subconsciente del espectador que se ve reforzada por un curioso diálogo justo antes de los títulos de cierre de la película. Merece la pena destacar en este título la presencia de las divas contemporáneas Eva Mendes (extraordinaria en su corto papel) y Kylie Minogue.

The más modesta factura, llegaba a las pantallas del festival "The Conspiracy", un falso documental del canadiense Christopher McBride sobre sociedades secretas y supuestos planes para dominar el mundo. A medio caballo entre el Found Footage y el formato documental tradicional, The Conspiracy cumple con el objetivo de plantear al público preguntas tan antiguas como la misma civilización, si bien no da respuestas... probablemente por que no las haya.

Marcado en rojo en el calendario estaba desde los primeros bocetos de la parrilla, Johnny Dies at the End, de Don Coscarelli. El director de Phantasma se mueve con soltura en la adaptación de la obra homónima de David Wong para dar como resultado una película ágil, divertida y delirante con buenas dosis lisérgicas que a buen seguro se llevará algún premio grande a sumar al honorífico "La máquina del tiempo". Buenas interpretaciones (con Paul Giamatti como secundario de lujo), lograda coreografía y un tono de humor ciertamente macabro, hacen de esta producción el título más destacado en lo que llevamos de festival junto con American Mary. Coscarelli, atendiendo a los medios en la subsiguiente rueda de prensa, manifestó su preocupación por los desafíos que los jóvenes autores deben de vencer para conseguir poner en marcha una producción y reconoció la creciente dificultad que supone hoy en día salir adelante en el mundo del cine.

La selección de cine3 cerraba con el maratón especial de horror americano, con películas de marcado carácter violento. Así, God Bless America de Bobcat Goldthwait nos narra la relación entre un hombre de mediana edad y una preadolescente que a modo de modernos Bonnie and Clyde se entregan a un salvaje frenesí destructor a modo de explosivo cóctel entre la Lolita de Nabokov y el Un Día de Furia de Joel Schumacher, mientras que por otra parte, Junkie de Adam Mason nos ofrece un eficientísimo Do It Yourself que a modo de brillante colofón, se puede considerar como un resumen de todo lo anterior. Junkie es un cuento con moraleja final sobre una pareja de hermanos marginales cuyas vidas irán evolucionando a lo largo de un día siguiendo la ruta de una sucesión de alucinaciones con contínuos giros argumentales que paralizan al espectador en un laberinto de imágenes bizarras.

Demuestra así el festival que continúa con el buen tono mostrado en el primer día.