Diario de Nocturna 2015. El tiempo de los autores

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Y es que hablamos de autores cuando el cine muestra ese lado tan personalista, con una visual potente sin dejar de lado una historia que en muchos casos queda a la interpretación del espectador. Ese era el caso de la producción rusa III, con la que abría la selección de cine3.com este segundo día de Nocturna 2015. El director Pavel Khavaleev usa una historia con tintes ligeramente apocalípticos, el de una epidemia que asola una ciudad insertada en la taiga rusa, para narrar una el amor fraternal entre dos hermanas una de las cuales cae gravemente enferma mientras que la otra, recurre a brujería blanca desvelada por el párroco ortodoxo que las cuida. Como decíamos, el guión no es si no una excusa para adentrarse en los terrenos más oníricos, paisajes imposibles y tintes surrealistas que la mente del autor proyecta en el espectador. Aunque es peligroso hablar de la fotografía de un film, en este caso destaca sobremanera, trayéndonos a la mente las inquietantes imágenes de Silent Hill con patentes guiños a La Celda. Bien interpretada, correctamente montada, la película adolece tal vez de un ritmo adecuado, nada nuevo viniendo del país de los Urales y que tarda en arrancar, lo cual puede distraer al espectador y sacarlo de la película salvo que mantenga los cinco sentidos en el film:

III

Más comercial y con un ritmo más industrial, llegaba la segunda cinta del día. Dark Was the Night, protagonizada por un soberbio Kevin Durand (increíble como está creciendo este actor) y que cuenta con algunas caras conocidas como Lukas Haas, el niño de Unico Testigo, al que vimos más tarde y más adolescente protegiendo a su abuela en Mars Attack. Una nueva fábula ecológica, y van dos, que pone de manifiesto la sensibilidad hacia la preservación del medioambiente en lo que parecer ser de alguna forma el leitmotiv del festival. Un sheriff de un pequeño pueblo de montaña, atormentado por la pérdida de su hijo deberá proteger a su localidad, sus vecinos y su familia de una amenaza poco definida que es despertada tras la tala de un bosque milenario cercano. Todo ello, junto con leyendas indias, una historia de redención y la presencia como secundario del actor de culto Nick Damici (¿recuerdan Stakeland?) se alimentan mutuamente para dar lugar a un producto fresco, entretenido y con un muy buen final que hará las delicias de los amantes del cine de monstruos.

Dark-was-the-night-poster

Finalmente, era parada obligatoria la cinta We Are Monsters, de los escandinavos Tommy Wiklund y Sonny Laguna. Unos nombres que probablemente no digan nada al gran público, pero que causaban gran expectación al tratarse de nada menos que los ganadores del premio a la mejor película del primer certamen del festival con Wither. Repitiendo patrón en su cinta, deliveradamente granulada para enfatizar en la naturaleza amateur del producto, nos presentan esta vez un clásico Rape & Revenge entretenido que cumple su función, que no es otra que entretener a los amantes del cine más gore y visceral. Tal vez abusando en esta ocasión de la saturación de colores y el shaking de cámara, la película resulta en una expedición dantesca a la degeneración humana cuando una alta ejecutiva es secuestrada por un trío de sádicos que tras abusar de todas las formas inimaginables posibles, producen una catarsis en la víctima que la convierte en un depredador salvaje. Hasta aquí la parte clásica que ya hemos visto en clásicos como I Spit in your grave. La novedad en este caso viene de la inverosimilitud de las situaciones, lo que ya parece ser marca de la casa, y del minimalismo de sus escenarios, prácticamente reducidos al interior de una casa de campo que nos recuerda vagamente a la premiada Wither. Sangre, vísceras y violencia para acabar el día de la que está suponiendo una digna tercera edición del festival madrileño.