Drive. Magistralmente conducida

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Hace poco, nos referíamos a The Artist como la gran película de 2011, pero este año que acaba, ha sido ciertamente prolífico en lo que a producciones de talla se refiere. El danés Nicolas Winding Refn nos visitaba de nuevo, y cierto es que el 30 de diciembre lleva una buena temporada marcado en rojo en el calendario esperando el estreno de Drive en las salas españolas, puesto que resulta ser una de las pocas películas que en este año que acaba, podrían hacerle sombra a la obra maestra de Michel Hazanavicius.

Para los afortunados que pudimos disfrutar de la premiere en el festival de Sitges, hay que decir que la sensación de volver a ver la película ha sido poderosa, impaciente la ansiedad por disfrutar de nuevo los juegos de colores pastel en que parece envuelta continuamente.Así es Drive.

Nicolas Winding nos deleita con esa magistral forma de manejar el ritmo de la película que ya disfrutamos en Valhalla Rising (que memorable personaje el de "One Eye"); envuelve de nuevo con sutileza al espectador en un denso discurrir de la acción que puede hacer que aquellos que esperaban encontrar otro Vin Diesel derrochando testosterona a bordo de un coche se vayan del cine con sensación de vacío.

Ryan Gosling en Drive

Por que Drive, pese a lo que el cartel promocional anuncia o las intenciones que aparenta mostrar en sus primeras escenas, es además de una atípica película de acción, un drama social que extiende sus tentáculos durante todo el metraje para tocar no pocos corazones sensibles, haciendo que, de un modo u otro, sean pasajes de la vida de cualquiera los que se cuenten, ya que el argumento resulta ser un agregado de pequeñas historias urbanas narradas con maestría, donde aparecen elementos de la eterna brecha social conducidos por una historia de amor prohibido con el crimen de la ciudad de Los Angeles como telón de fondo.

Es por eso por lo que se hace especialmente difícil sintetizar el argumento de la cinta. Podríamos decir que narra la vida de un especialista de cine cuyo nombre no se desvela en todo el metraje de la película, oficio que resulta ser una tapadera de su verdadera profesión consistente en conducir coches durante la ejecución de delitos para garantizar a los delincuentes la fuga del escenario del crimen. Pero también podríamos contar que es la historia de una madre coraje (Carey Mulligan, a la que vimos en Never Let Me Go) que cruza su vida con el conductor, o de la desazón de su marido que vuelve de la cárcel tras cumplir condena intentando reintegrarse con poco éxito en la sociedad. Estas y otras más, resultan ser pequeñas historias se entrelazan a través un buen guión de Hossein Amini basado a su vez en el libro homónimo de James Sallis.

Pero lo que de veras impacta es la forma en la que las historias son contadas. El Conductor se muestra hierático, pero a su vez, el espectador será capaz de percibir sutilmente los sentimientos que le perturban. Y es que Drive resulta muy difícil de concebir sin el papel Ryan Gosling, sobresaliente en un año que ha dejado prodigiosas interpretaciones masculinas. La fotografía es absolutamente embriagadora (impactantes las escenas nocturnas) y la música acompaña toda la proyección sin hacerse notar, pero ayudando a marcar el ritmo en todo momento, consiguiendo con la suma de todos estos elementos, un ritmo pausado (que no lento) que se deja saborear en todos sus matices.

¿Acción?. También; pero como el resto de la película, medida, trazada con tiralíneas, pero no carente de una buena dosis de adrenalina, dando un producto equilibrado que el espectador, sabiendo lo que va a ver, podrá apreciar en todo su esplendor, mérito de Nicolas Winding Refn que fue bien recompensado por la obra con el premio al mejor director en el pasado festival de cine de Cannes 2011