El cine amateur, sus distintos niveles

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Ya en varios posts anteriores, hemos hablado del cine amateur, y las posibilidades que se pueden tener al momento de realizar una producción. Sin embargo, una de las mejores ayudas para saber que tanto puedes esperar de tu producción, es el conocer dentro de que rango te encuentras, pues eso es a fin de cuentas lo que delimita tu alcance. El día de hoy, veremos los tres niveles del cine amateur, de donde podrás saber donde estás parado.

El llamado cine casero no tiene realmente pretensiones más allá de pasar un buen rato, y usualmente sus producciones están pensadas más en divertirse que en hacer algo comercializable. Los gastos son mínimos y la producción modesta. Sin embargo, este paso sirve para inspirar a muchos, que deciden tomar un paso adelante. La primera versión de Frankenwinnie, por ejemplo, fue un proyecto 100 % casero.

En el nivel del cine amateur, ya hay una pretensión de hacer algo profesional y comercializable, y se cuentan con mejores recursos, aunque aún son modestos. No se les califica como profesionales desde el momento en que nadie del equipo recibe un salario, sino que su intención es recuperar una inversión eventualmente. En general son personas con preparación y creatividad, pero faltos de experiencia. Algunos films de este tipo, como El Mariachi, sirvieron de puerta de entrada para grandes directores.

El llamado cine independiente son producciones que están hechas usualmente por directores reconocidos en ciertos campos, ya con una cierta experiencia. Usualmente se les llama así a aquellos que buscan explorar conceptos muy vanguardistas o delicados, por lo que los estudios habituales no suelen prestarles atención, o no quieren arriesgarse. La cinta Super-Engórdame se encuentra en esta categoría.

El cine clase B tiene ya un estudio tras de sí, equipo y una cierta capacidad económica, aunque muy modesta en comparación a los grandes estudios. Usualmente, el término se limita a las producciones que asumen sus carencias, y tratan de no tomarse mucho en serio, aunque algunas de este tipo pueden ser verdaderas obras de arte, como el caso de Pi, el Orden del Caos.