El corazón de las tinieblas. El horror, el horror...

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Pues como nadie me lo iba regalar, me lo compré yo solita de navidad. Lo rescaté de un botadero de ofertas en conocida librería de Coyoacán -con nombre de pacifista hindú- y muy contenta debo decir que pagué 29 pesos por él.  El típico ejemplo de cuando las cosas no valen lo que cuestan.

El libro El Corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, es una lectura obligada para cualquier edad y en cualquier época. Un relato que termina por ser atemporal porque toca las fibras de muchos de nuestros dilemas - personales y colectivos- actuales. La locura primero, pero también, el horror, el dominio, la simplicidad, el miedo, el concepto de lo básico.

Conrad escribe este relato corto en 1898, inspirado en su propia experiencia de cerca de 10 años en la marina mercante y la que vivió durante seis meses como miembro de una expedición al Congo,  anexado por aquellas fechas al territorio Belga.

El relato es ficticio, narrado en las palabras de un alter ego del propio Conrad, que aparece  incluso en otros de sus escritos. El mencionado personaje es un marinero de nombre Marlow, que hace de narrador y protagonista. Marlow es asignado a navegar por el Río Congo  para buscar al jefe de una estación que explota el marfil de manera sorprendente. El sujeto se llama Kurtz y vive en un lugar recóndito de la selva, motivo por el cual se ha convertido en un ente misterioso y enigmático  para los demás europeos asignados a la misión colonizadora.

Marlow va narrando primero en tono neutral, la experiencia de llegar a un nuevo mundo, un lugar  tan extraño que - en sus propias palabras- ni siquiera parece la Tierra. El relato se va mezclando con la crónica de la idea que se tiene del Sr. Kurtz y los rumores que corren acerca de su persona. Todo para comprobar que la realidad supera toda fantasía y que Kurtz es una persona más aterradora de lo que nadie se imagina. El relato se va volviendo cada vez más íntimo, por lo que de pronto nos encontramos con una narración confundida por el sentimiento de pérdida, de desolación y de miedo. Incluso las imágenes dejan de ser ordenadas por momentos, adelantando o retrasando los acontecimientos.

El relato resulta muy interesante, porque Conrad expresa un reclamo abierto a la postura colonialista que sólo deja tras de sí pueblos subyugados, dominados y escalvizados ante un poder que no comprenden. El cuestionamiento a la pretendida civilización se hace presente muchas veces a lo largo de libro, por lo que estamos ante un auténtico defensor de la no intrevención y el principio de soberanía de los pueblos, ni más ni menos que en 1989. Conrad termina por comprender hasta el canibalismo, se compadece de la crueldad y el engaño hacia los nativos, y hasta  termina por entender porqué un hombre como Kurtz enoloquece en plena selva.

El relato inspira a Francis Ford Coppola para rodar Apocalypse Now,  una de las mejores películas de guerra que se han filmado, y por ahí se rumora que se hará un versión ambientada en Colombia y con el conflicto guerrillero como marco.  Y es que el relato no está inscrito en un momento de la historia, apunta a un espectro específico de la conciencia.

Y a reserva de subir la reseña de la película más adelante - porque merece un espacio específico par hablar de ella- los dejo con el inmortal Marlon Brando en su personificación del Coronel Kurtz, justo cuando pronuncia una de las frases que lo llevaría a la exquisitez de la actuación y que es de las pocas cosas que si existen en el relato original de Conrad: el horror, el horror...