El día que murió John Locke

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El final de la cuarta temporada de Lost dejó seguramente a todos con la boca abierta, y por varias razones. La primera porque en esta ocasión tanto viaje al pasado y al futuro acaban justo en el mismo lugar: donde empezó la temporada, al lado de un ataúd. La segunda porque la persona en el ataúd es ni más menos que el personaje más interesante y mejor construido de la serie. John Locke, interpretado magistralmente por Terry O´Quinn y quien ya fue premiado con un Emmy por este trabajo.

La quinta temporada deberá entonces explicar no sólo adonde se fue la isla, sino porqué hay que regresar y que fue lo que pasó con los que se quedaron entre una realidad y otra. El que John Locke termine en un ataúd no solo resulta incomprensible en términos de la trama (vimos claramente que no moría y que se quedaba en la isla) sino también tratando de pensar las razones que tendrían los realizadores para desparecer una de sus cartas fuertes.

Y es que el de Locke es uno de los personajes más complejos que hemos visto en series de televisión. Un hombre atormentado por una vida complicada desde niño por la orfandad, después de adulto por el desamor y la invalidez. Un hombre que vive un milagro de sanación en carne propia, y que a pesar de no ser un hombre espiritual o religioso, es el que mejor expresa confianza en la fe.

Desde el principio me pareció extraño que el personaje se llamara igual que el filósofo, y a lo largo de la trama exhibida hasta ahora, no encontré nunca una relación clara. Sin embargo, me topé en Wikipedia con una traducción del epitafio den John Locke, defensor del liberalismo y máximo representante del empirismo como doctrina filosófica. No quisiera decir que encontré la razón que posibilita la coincidencia, pero después de leerlo, creo haber comprendido. Ustedes juzguen:

“Detente, viajero. Aquí yace John Locke. Si te preguntas que clase de hombre era, él mismo te diría que alguien contento con su medianía. Alguien que, aunque no fue tan lejos en las ciencias, sólo buscó la verdad. Esto lo sabrás por sus escritos. De lo que él deja, ellos te informarán más fielmente que los sospechosos elogios de los epitafios. Virtudes, si las tuvo, no tanto como para alabarlo ni para que lo pongas de ejemplo. Vicios, algunos con los que fue enterrado. Si buscas un ejemplo que seguir, en los Evangelios lo encuentras; si uno de vicio, ojalá en ninguna parte; si uno de que la mortalidad te sea de provecho, aquí y por doquier."