El Hijo de Saúl y la personalización del horror

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El Hijo de Saúl es un ejemplo de la narrativa histórica como un punto de vista. Dirigida por László Nemes, co-escrita por Nemes y Clara Royer, y protagonizada por Géza Röhrig, es una cinta que refresca la memoria del Holocausto, tanto en narrativa como en forma.

Géza Röhrig como Saúl Ausländer
Géza Röhrig como Saúl Ausländer

La trama se centra en Saúl Ausländer (Röhrig), un prisionero en un campo de concentración, cuya nacionalidad húngara le permite un trato distinto al de los otros esclavos, pero apenas: es responsable de acompañar a los judíos a las cámaras de gas, y retirar sus cuerpos posteriormente. Durante esa situación, Saúl ve a un niño, sorprendentemente vivo. Antes de que pueda acerarse más, los nazis intervienen y, después de que un doctor lo ahoga a la vista de unos cuantos soldados, el cadáver es enviado a la sala de autopsias. Pero Saúl no puede ignorar lo que ha visto, y lo único que puede hacer por aquel niño es darle un entierro civilizado.

Los nazis dificultan el objetivo de Saúl más de una vez durante la historia
Los nazis dificultan el objetivo de Saúl más de una vez durante la historia

La tarea no es fácil: los nazis no van a permitir la presencia de un rabino, ni la ejecución del ritual. Además, los colegas de Saúl llevan planeando una revuelta durante meses, y cada detalle de la conspiración debe lograrse sin levantar sospecha de sus enemigos. El desarrollo de ambas tramas sirve a Nemes para retratar al campo de concentración como una experiencia casi vivencial: la cámara de Mátyás Erdély está casi siempre detrás de su protagonista, en un cuadro un poco más ancho que el 4:3, y filmado con un lente de 40mm. Sumado a la trama, el Holocausto se transforma en lo que Saúl ve, y el efecto es curioso: la cinta maneja el terror de la época como un acto de tensión, no de cantidad. Las tomas panorámicas donde se podría observar a cientos de prisioneros son reemplazadas por los veloces pasos de Saúl, siempre alerta a lo que está detrás de él, y a veces víctima de un sorpresivo y brutal ataque por los nazis. Es relativamente fácil narrar la historia de una guerra en base a datos: la evidencia abunda. Es más complicado hacerlo desde los sentimientos.

La cinta se registró en un cuadro un poco más ancho que el 4:3, y filmado con un lente de 40mm, siempre cerca de su protagonista
La cinta se registró en un cuadro un poco más ancho que el 4:3, y filmado con un lente de 40mm, siempre cerca de su protagonista

En este acercamiento personal, El Hijo de Saúl logra, curiosamente, darle un carácter universal a la guerra: el deseo de Saúl - que lentamente se transforma en desesperación - por introducir dignidad y paz en la vida de un inocente (una vida que apenas comenzó, además) puede existir en la Segunda Guerra Mundial como puede existir en el conflicto Israel-Palestina, o la Guerra Civil Siria, la Española, o Vietnam. Aunque el escenario donde se desarrolla la historia es innegablemente aquel del Holocausto, la historia en si es sobre la guerra, y quizás esa es la innovación más notable de la cinta en la enorme cinematografía bélica de la Segunda Guerra Mundial: la intención de Saúl, y sus extraordinarios esfuerzos por realizarla, como un ejemplo de la guerra en la mente humana.

Manuel Cruz

@cruzderivas