El Lobo de Wall Street - Scorsese

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Estimado lector, Martin Scorsese, que anunciaba que podría retirarse en breve, lo ha vuelto a hacer. El director que para el que subscribe es el mejor del panorama actual, se vuelve a superar, y ya no es una novedad, en esta auténtica vorágine de cine que nos envuelve en los últimos tiempos. Cuando las carteleras se encuentran, semana tras semana, repletas de reboots, remakes, secuelas, precuelas, y demás elementos faltos de originalidad, se agradece un soplo fresco de la mano de un grande.

Y ojo, que cuando nos referimos a soplo fresco, no hablamos de un nuevo estilo visual, pues Scorsese, fiel a su cuaderno, recupera esos cortes de plano y esos saltos de velocidad (ese efecto en el que se congela la pantalla y sigue una voz en off) que hicieron de "Uno de los nuestros"  (Goodfellas - 1991) o de Casino (1995) joyas que están destinados a ser, si no lo son ya, clásicos del cine universal.

EL Lobo de Wall Street pertenece a este grupo de películas en las que vemos al Scorsese más bizarro, visualmente desinhibido, y alejado de sus filmes más convencionales (no quiere decir esto de inferior calidad) que llevan su marchamo. Un momento... ¿hemos dicho películas de gangsters? Sí;  pues a fin de cuentas, El Lobo de Wall Street cambia el escenario, pero no el fondo. Nos vamos a encontrar con una densa historia narrada a lo largo de tres horas (que parecieran veinte minutos, todo sea dicho), donde nos encontramos con los mismos esquemas de las anteriormente mencionadas Casino y Uno de los Nuestros, esto es, negocios sucios en el límite de la legalidad  y el sórdido mundo que trae consigo el dinero fácil, con esa espiral de decadencia, exceso y finalmente dolor que implica.

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De igual modo, hay violencia en esta película, pero no como cabría esperar con armas y sangre, si no la violencia inherente de un mundo horrendo donde somos medidos por la capacidad de nuestra chequera. Donde los escrúpulos quedan salvajemente a un lado para dar lugar a un cuento de contenido ético con moraleja al final.

Se agotan los calificativos para describir el guión, basado en la novela autobiográfica de Jordan Belfort. Cautivador, magnífico, subyungante, es firmado por el televisivo y premiado Terence Winter (Boardwalk Empire, The Sopranos... por si quedaban dudas) que se gana a pulso su nominación en la próxima ceremonia de los Oscar es manipulado con ligereza por maestría de Scorsese para dar lugar a una auténtica obra maestra.

Sin problemas de autocensura, podríamos catalogar El Lobo de Wall Street como una de esas películas de gangsters que tan bien maneja el maestro, donde saca un partido simplemente impresionante de un Leonardo di Caprio que, reconozcámoslo, se encuentra en estado de gracia, con una tremenda presencia en la pantalla. Una dupla, la de di Caprio y Scorsese, que parece consolidadada desde "Gangs of New York", y que da la impresión de haber reemplazado el matriomonio artístico con de Niro tras esa fallida relación con Nicholas Cage en "Al Límite" (Bringing out the Dead - 2000). Pero di Caprio no está sólo. Ya avisábamos en el artículo de "This is the End" del buen hacer del elenco de actores que lo componían. Jonah Hill, coprotagonista de aquella cinta, raya también la perfección en su interpretación como mejor amigo del protagonista, con duelos interpretativos simplemente soberbios que deberían estudiarse en las escuelas de arte dramático de ahora en adelante. Ambos, acompañados con secundarios de lujo que cumplen a la perfección aunque sus apariciones puedan rozar el cameo, como la de Matthew McConaughey, Jon Bernthal (Shane en The Walking Dead) o Jean Dujardin, el protagonista de "The Artist - 2011"

En definitiva. Tiene el lector, siempre que su bolsillo lo permita, la posibilidad de poder ver en el cine una obra maestra. No tomen demasiado refresco. Las tres horas que la película le tendrá cautivo y ambas razones, duración y fascinación, le impedirán ir al cuarto de baño. Disfrútenla.