El Niño: El miedo tarda en crecer

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El miedo tiene miedo de sí mismo, al menos en el cine. Tal es el caso de Eliminar Amigo, cinta que intentó innovar en el terror cinematográfico cambiando el estilo de narrativa (presentando la historia como una larga y terrible llamada de Skype), pero al final ofreció una historia muy común, o cintas como la reciente Actividad Paranormal: La Dimensión Fantasma, o la terrible La Maldición de Charlie que sólo siguen la corriente. El Niño, cinta de William Brent Bell, actualmente en cartelera, se queda en mitad de ambas situaciones, y aunque su conclusión es muy cercana a la seguridad de la tradición, introduce suficientes elementos para refrescar a su género.

Greta, protagonista de El Niño
Greta, protagonista de El Niño

De entrada, El Niño presenta un factor interesante, que incluso refuerza las circunstancias más “comunes” de su historia: Greta Evans (Lauren Cohan) abandona su natal Estados Unidos por “cuestiones personales” para desembarcar en casa de los Heelshire, una mansión en mitad del campo inglés. Su tarea es simple: mientras la pareja de ancianos sale de vacaciones, debe cuidar de la casa y de su hijo pequeño, Brahms. La enormidad del lugar y su locación en mitad de la nada presenta el escenario ideal para una historia de terror, pero todo ello palidece en comparación al siguiente descubrimiento de Greta: Brahms, el preciado hijo de los Heelshire, es un maniquí, comparable a un ejemplar de la sección infantil de Suburbia, con el rostro muy pálido.

Los Heelshire, padres de Brahms
Los Heelshire, padres de Brahms

La primera reacción de Greta es natural, risa. Pero al ver la extrema seriedad de los Heelshire, el juego se vuelve serio. Además, Brahms viene acompañado de reglas muy específicas, que abarcan desde lo más básico (despertarlo y vestirlo cada mañana) hasta lo más sofisticado (poner ópera y tocar una canción de cuna en el piano) Desde luego, una vez que los Heelshire se van, Greta no sigue ninguna de las reglas. ¿Debe entonces comenzar el baño de sangre?

Greta descubre el origen de Brahms
Greta descubre el origen de Brahms

No del todo, y esa es otra característica interesante de El Niño: la progresión del suspenso hacia el terror. Brent Bell podría hacer del inmóvil Brahms un monstruo con tentáculos o poderes sobre-naturales, pero el verdadero miedo reside en la aparente inercia del muñeco: No habla, no se mueve por sí solo, e incluso situaciones que podrían denotar un comportamiento emocional (como una secuencia donde Greta ve una lágrima resbalando por el rostro de Brahms y deduce que ha estado llorando) tienen una respuesta obvia. El suspenso en cuanto a Brahms viene de creer en lo racional: es sólo un muñeco. Y el hecho de que se comporte así, por gran parte de la cinta, es lo que asusta más: el uso de la calma como una señal de rareza en la ficción.

Las sospechas de Greta tardan en crecer
Las sospechas de Greta tardan en crecer

Las secuencias de mayor suspenso, donde Greta comienza a sospechar que algo está mal, implican, sobre todo, el uso del silencio. Y es, quizás irónicamente, ante esta situación, que el diseño sonoro de la cinta reluce: el sonido del collar de Greta, deslizándose del lavabo hacia un lugar desconocido, el sonido de su ropa desapareciendo... ¿Será Brahms? Sólo queda deducir, y parece haber pocos miedos más grandes que la incertidumbre.

La relación de Greta con Brahms no es predecible
La relación de Greta con Brahms no es predecible

Pero lo interesante de El Niño no se reduce a una cuestión de estilo: una vez que Greta descubre, con la ayuda de James (James Russell) el origen de Brahms y que ocurre en la casa, su reacción no es para nada el terror inmediato (esto ocurre cerca del final de la cinta, en una decisión que, como se dijo antes, se asemeja más a la seguridad tradicional que a la coherencia narrativa de Stacey Menear, autor de el guión) Per antes de llegar a ese punto (que es apenas una fracción de la duración total de la cinta, El Niño se atreve a tratar a sus personaje central como una víctima, en vez de un depredador. Lo que resulta es más información sobre Greta, y el impacto que esta tiene en su relación con Brahms. Aquel momento en la cinta abandona potenciales clichés del género en favor de una historia más astuta, y funciona.

Aún cuando El Niño concluye en un lugar seguro, aquello que lo precede no debería ser olvidado. Podría ser la cinta que más se acerca a refrescar el género del terror este año. Y con suerte, otras seguirán su ejemplo, y crecerán más rápido.

Manuel Cruz

@cruzderivas