El primer soundtrack de la historia

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A pesar de que las películas comenzaron sin tener sonido, eso no significaba que no tuvieran bandas sonoras. En realidad, en cuanto el cine dejó de ser una curiosidad para convertirse en un negocio, los empresarios buscaron formas de hacerlo más atractivo, por lo que las primeras cintas se transmitía, se contrataba a alguien que hiciera un fondo musical tras de la misma. El mismo dependía del alcance de la sala, pues mientras algunas tenían orquestas completas, o cuartetos de cuerdas, la gran mayoría se conformaba con un pianista u organista colocado en un lugar discreto. Esto no sólo hacía más atractiva la proyección, sino que cubría el traqueteo de los aún primitivos proyectores.

Usualmente, la música de fondo era improvisada, o se usaban piezas ya conocidas, aunque la elección dependía del intérprete, por lo que el fondo resultaba totalmente diferente de una sala a otra. El primer soundtrack  que realmente mereció ese nombre fue El Ladrón de Bagdad, de 1924, en donde se compuso una partitura específica para la misma, que además iba armonizada con los momentos de la cinta. Como detalle curioso, diremos que los distribuidores entregaban la cinta con tres partituras deferentes, de modo que pudiera tocarse con orquesta, cuarteto o el piano sencillo, para que cada sala pudiera musicalizarla de acuerdo a su presupuesto.