En 1998 la Federación Nacional de Colegios, Sociedades y Asociaciones de Psicólogos de México, estableció el 20 de mayo como el Día del Psicólogo, debido a que en ese día se otorgó la primera licencia para ejercer la profesión en nuestro país. Y para celebrar a nuestros incomprendidos profesionales, aquí están las tres películas imprescindibles para psicólogos.
La bestia (Danny the Dog)
Danny el perro, ejemplifica los resultados de la modificación de conducta por condicionamiento clásico. Seguramente has escuchado de los experimentos de Iván Pávlov en los que al mostrar carne a un perro provocaba que salivara, luego presentando junto con la carne un sonido, consiguió que el perro salivara tan solo con la presentación del sonido.
El mismo principio se aplica en la película norteamericana dirigida por Louis Leterrier. Danny es un niño arrancado de los brazos de su madre y entrenado como un perro de pelea por Bart, un mafioso venido a menos. En la edad adulta Danny es usado como arma cuando su “dueño” requiere cobrar a sus clientes morosos o protegerse de sus enemigos.
El problema para el propio delincuente es que el comportamiento violento de Danny esta condicionado por la retirada de un collar de perro que lleva en el cuello y la consiguiente orden de ataque. Al igual que el perro pavloviano salivaba al escuchar el sonido del metrónomo, Danny sólo pelea cuando suena el clic del collar y su “amo” le insta a combatir.
Sin tener plena conciencia de cómo le condicionó, Bart recibe algunas golpizas en presencia de Danny cuando no logra quitarle el collar, razón por la cual acepta “alquilarlo” como peleador callejero.
Luego de un atentado en el que Danny escapa de su amo, Sam, un ciego que se gana la vida afinando pianos y su hijastra, se encargaran, sin saberlo, de contra-condicionar el comportamiento violento de Danny estimulado por el sonido del collar al abrirse.
Si hasta ahora la explicación no te resulta atrayente, la vertiginosa serie de escenas de pelea lo hará. Jet Li en la plenitud de su carrera como artemarcialista y coreografías literalmente increíbles.
https://youtu.be/uNTYfhT9nlU
Pequeñas flores rojas (Little red flowers)
En Pequeñas flores rojas del director Zhang Yuan, se muestra un sistema de programación conductual llamado “Economía de fichas” (Token economy). Se utiliza en su mayoría con grupos en escuelas, psiquiátricos e internados.
Lo primero que se hace es definir el tipo de conductas que se desea fomentar, en la película, por ejemplo: levantar la mano para solicitar más alimento en el comedor, defecar por la mañana, lavarse las manos luego de ir al baño, vestirse sólo. También se definen las que se desea eliminar: ir al baño mientras se come, mojar la cama, burlarse de los compañeros.
Después se define el tipo de reforzador. Usualmente son fichas, pero en la película son flores rojas. En realidad, lo importante es poder intercambiarlas por lo que se conoce como “reforzador primario”, en el caso de los niños, poder ser el delegado de la clase al comienzo de la siguiente semana.
Luego, se definen las reglas y condiciones del sistema de “reforzamiento” para los miembros del grupo. En la cinta, la profesora Tang indica a los niños que durante el día tienen cinco oportunidades de obtener una flor, pero los que obtengan alguna y se comporten de forma incorrecta pueden perderla.
Pero no toda conducta que se refuerza es espontanea, en ocasiones es necesario crearla, por ejemplo, cuando Qiang no puede desvestirse solo, una compañera le muestra cómo hacerlo, a eso se llama aprendizaje por “modelamiento”, su compañera funciona como modelo a seguir.
Cuando una conducta ya está presente, puede ponerse en control de un estímulo, como sucede cuando la señorita Li, hace sonar un silbato e inmediatamente avanza un niño para que le asee con una toalla mojada.
También es muy importante que el programador entregue o retire las consecuencias solamente cuando el niño cumple. La profesora Tang se compadece de Qiang, y quiere darle una flor, pero la directora le recuerda que no es posible hasta que Quian se lo gane, cuando sea “obediente y trabajador”.
La obediencia es algo que se desestima y hasta se critica en la actualidad, pero si un niño no es capaz de seguir instrucciones e imitar lo que otros hacen, difícilmente podrá aprender conductas más complicadas.
Aunque este sistema se desarrolló formalmente hasta 1968 por los psicólogos Ayllon y Azrin, los principios del condicionamiento operante ya habían sido declarados por Skinner desde 1938, por lo que no es descabellado suponer que en la China de 1949 podría haberse creado un sistema similar.
Y si la nota te parece demasiado técnica, no te preocupes, la película es para todo público y los pequeños actores no profesionales te van a hacer pasar un rato ameno con sus actitudes espontaneas y graciosas.
Naranja mecánica (A Clockwork Orange)
Naranja mecánica es la película sobre psicología por excelencia. Un grupo de drogadictos, violadores, y ultra-violentos pandilleros liderado por Alex, hacen de las suyas en la Inglaterra de un 1995 distópico, hasta que, cansados de su sadismo, sus tres compañeros de fechorías le tienden una trampa de la que resulta arrestado por el asesinato de una mujer.
Aunque Alex es sentenciado a catorce años de prisión, luego de haber cumplido sólo dos años de su sentencia, es elegido para participar en un tratamiento experimental llamado “Ludovico”. Lo que se presenta a continuación, es el procedimiento de una terapia de aversión, planificada para “disuadir” al paciente de sus comportamientos dañinos para la sociedad.
La terapia de aversión se basa en los principios del condicionamiento clásico. Consiste en exponer al paciente a un estímulo ante el cual reaccionaría regularmente con una conducta indeseable para la sociedad al mismo tiempo que se le hace experimentar sensaciones dolorosas e insoportables.
Durante el tratamiento Alex es expuesto a mirar en pantalla escenas cinematográficas violentas mientras su cabeza está inmovilizada y sus párpados abiertos por un par de ganchos. Al inicio de cada sesión se le suministran sustancias que le producen dolor y asco. Así es cómo la violencia, el sexo, la droga y hasta su pieza musical preferida, la Novena Sinfonía de Beethoven, se convierten en estímulos ante los cuales Alex huye.
El uso de la terapia de aversión en el tratamiento del alcoholismo, la drogadicción, la ludopatía y la conducta homosexual, fue exitosamente utilizado desde los años 30 del siglo pasado. En su inicio se usaron estímulos químicos y eléctricos, pero poco a poco fue incorporando estimulación aversiva en la imaginación (sensibilización conversiva) para hacerlo menos punitivo.
En 1973, debido a las fuertes presiones políticas que sufrió la Asociación Psiquiátrica Americana (APA), la homosexualidad se retiró del Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales como una enfermedad mental y la terapia de aversión comenzó a ser considerada poco científica, hasta que, en 2006, fue declarada como una violación a los códigos de conducta profesional según la APA.
La excelsa adaptación que Stanley Kubrick hizo de la novela homónima escrita por Anthony Burgess da para reflexiones políticas, éticas, psicológicas, psiquiátricas, estéticas, en fin, pero si eso no es suficiente para interesarte, habrá que agregar la estupenda actuación de Malcolm McDowell como el carismático sociópata que se deleita con el ultraje, los estados alterados de conciencia, la ultra-violencia y la música culta.
https://youtu.be/e3fptg1nYrg