Escobar: La eficacia del tercer acto

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Escobar: Paradise Lostde Andrea di Stefano, deja una lección clara: No ligarse a las mujeres del narco. Pero si Nick (Josh Hutcherson) fuera un personaje racional, la historia del filme no existiría. En consecuencia, Stefano pide flexibilidad en la verosimilitud de su audiencia desde el inicio: Debemos creer que Nick se enamora profundamente de María (Claudia Traisac), entrando de un día para el otro en su enorme familia, casualmente liderada por Pablo Escobar (Benicio del Toro). Es un escenario idéntico a El Último Rey de Escocia: La escapatoria imposible entre un personaje inocente y uno malvado.

¿Qué deja entonces Escobar, a cambio de múltiples secuencias demostrando la ingenuidad de Nick? Un tercer acto de humanidad, donde Hutcherson abandona el rol de hombre invencible y sorprende con su actuación. La propuesta inicial de Stefano da frutos, aún cerca del final, pero no escapa de ser otra biopic tristemente convencional.

Al igual que La Dama de Hierro, donde Meryl Streep interpretó a Margaret ThatcherEscobar atraviesa eventos clave en la vida del icono colombiano: cuando el gobierno lo acusa de tener conexiones con la venta de drogas y da inicio a una cadena infinita de asesinatos, vistos por Nick en reportajes de televisión cuyo pietaje es probablemente verídico. Pero, en el universo de la película: ¿Quién es Pablo Escobar? Un hombre sospechoso de maldad, y quienes conozcan la verdadera historia pueden aportar detalles. Sin embargo, tal enfoque narrativo es tramposo, requiriendo que la audiencia haga su tarea antes de entrar al universo de la cinta. ¿Por qué saber quién es Pablo Escobar o Margaret Thatcher si hay películas al respecto? Una buena narrativa cinematográfica debe establecer credibilidad a sus personajes, independientemente de su conexión con el mundo real. Los mejores ejemplos del biopic cumplen esta premisa, aprovechando momentos específicos en las vidas de personajes históricos para explorar su identidad (La Reina y Frost/Nixon son los ejemplos más claros) Pero Escobar sólo ofrece a un personaje que la audiencia debe construir, con información no presente en la cinta.

Escobar: Paradise Lost, de Andrea di Stefano
Escobar: Paradise Lost, de Andrea di Stefano

En realidad, Escobar podría haberse tratado de cualquier maleante: un Chapo, o un Al CaponeEl único objetivo de la cinta es llegar al tercer acto, y aunque este si entretiene, la presencia de un personaje histórico se siente como un pretexto. Incluso Benicio del Toro, que interpretó a Ernesto Guevara en la ambiciosa Che de Steven Soderbergh, enfrenta a Escobar con la misma acentuación y lenguaje corporal de su personaje en Traffic (también de Soderbergh), cinta que lo lanzó a la fama internacional y ofrece una perspectiva más ambiciosa sobre el mundo del narcotráfico.

Al final, Escobar es una obra con suficiente sorpresa y estilo para entretener, pero también continua una tendencia decepcionante en el biopic: películas de personajes vacíos, que sólo invitan a explorar su origen en el mundo real. Sólo queda esperar que el verdadero Escobar sea más intrigante.