EVA o la importancia de un buen casting

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Corresponsal de homocinefilus.com en España

La tendencia del cine de ciencia ficción en los últimos años sacudidos por el milenarismo y el trauma de los atentados del 11 de septiembre, ha transcurrido casi siempre ligado a una tendencia apocalíptica, siendo buena prueba de ello la selección que este año presentó el festival español de cine fantástico por antonomasia, Sitges 2011, donde vimos como el mundo se acaba no una, sino multitud de veces. Esta tendencia, ha hecho muchísimo daño al cine de género tradicional, hiriendo de muerte a subgéneros como bien pudiera ser la Space Opera, que hace ya tiempo que no ofrece un gran estreno.

Pero donde más se está notando la tendencia que describimos, es precisamente en el futuro cercano. A menudo, los grandes estudios de Hollywood, nos han dado a entender que el futuro es sombrío, reduciendo a la mínima expresión otros escenarios como el que nos presenta EVA.

Y es que EVA, el primer largometraje de Kike Maíllo que se estrenaba hoy en toda España, se ambienta en un futuro más o menos cercano (hablamos del año 2040, lo cual está a la vuelta de la esquina), sin presentarnos un panorama horrendo con muerte y destrucción, lo que es una novedad en sí mismo, sino más bien un entorno agradable donde la ciencia, en concreto la computación ha avanzado hasta hacer cotidianos los robots y la vida es más sencilla, siendo una prolongación de lo que esperamos que nos depare el futuro. En este idílico entorno, Alex (Daniel Brühl) vuelve a la universidad donde se formó para dar forma a una nueva generación de robots con sentimientos.

Lo que a priori parece una historia potente, se disuelve al encontrar que ya ha sido contada en numerosas ocasiones por distintos autores, con lo que los guionistas decidieron darle un poco más de juego introduciendo un triángulo amoroso, así, Alex (Daniel Brühl) se tendrá que encontrar con Lana (Marta Etura) que en ese momento vive con David (Alberto Amman), que para complicarlo más, es el hermano de Alex.

Aquí podríamos decir que acaba la película, porque si bien el guión está trabajado por Segi Belbel y Aintza Serra (guionista de la fabulosa Fausto 5.0), la película falla en un elemento que a estas alturas debería ser más mecánico. El reparto.

Y no porque la tripulación en esta singladura sea mala. Daniel Brühl fue lanzado a la fama internacional con la entrañable Good Bye Lenin de Wolfgang Becker, y más recientemente con Inglorious Bastards de Quentin Tarantino, siendo un actor de gran talento. Marta Etura vive su gran momento, tras haber protagonizado Mientras Duermes, de Jaume Balagueró y Celda 211 de Daniel Monzón, cinta en la que precisamente destacaba Alberto Ammann, que en esta película interpreta a David, todo ello respaldado con la presencia de un peso pesado de la televisión en España, Lluis Homar.

No, no hablamos de un problema de talento, sino de reparto. Daniel Brühl, por mucho empeño que le echa, no tiene registro para representar a un personaje atormentado como debiera ser Alex, papel con el que Alberto Ammann encajaría tras ver su desempeño en la anteriormente mencionada Celda 211, que se ve relegado al papel de hermano bueno e inocente Lluis Homar interpretando al androide Max es una lección de cómo no debe interpretarse a un robot, y en medio Marta Etura que a pesar de dejarse la piel, firma una mediocre actuación debido principalmente a la planalidad de su personaje.

...y es una pena, por que la fotografía, sobre todo los exteriores donde está grabada la película dan un aspecto plácido y abierto que permitiría lucirse a los actores tan sólo con que cada uno estuviera en su sitio. Por todo ello, tenemos la sensación de encontrarnos ante otra cinta fallida, donde la potencia visual, que la tiene, se diluye en una historia demasiado secuencial y por momentos previsible, sin destacar en el género apenas por el ejercicio de efectos digitales que dejan ver buena voluntad en la obra, pero que por sí mismos  no permiten a la cinta levantar el vuelo en ningún momento, a pesar de que la película está bien documentada con las últimas tendencias en lógica difusa e inteligencia artificial.

En definitiva, el cine de ciencia ficción en España aún necesita madurar, al igual que la filmografía de Kike Maíllo.
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