It follows y Tusk cierran la competición de Sitges 2014

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Acaba Sitges 2014, al menos en la sección de competición y a la espera de que se fallen los premios en el último día de secciones (aun quedará para los mas rezagados las ya clásicas maratones del último día), llegaba una auténtica oleada de películas que aspiran seriamente a llevarse premios.

Comenzaba el día con la estadounidense It follows, de David Robert Mitchell. Una escalofriante e indisidiosa historia de terror. Y decimos insidiosa por que el argumento lo es. Una joven conoce a un chico en su último año de instituto, y tras mantener relaciones sexuales con él, descubre que es presa de una maldición. Una entidad maligna que tan sólo ella puede ver la persigue, sin ningún tipo de prisa ni tampoco de pausa con la finalidad última de matarla, salvo que le transmita la maldición a otro mediante el mismo medio. David Robert Mitchell dibuja un relato de misterio de donde no hay escape posible salvo la condena de un semejante, en un curioso circunloquio que aprovecha para poner en solfa conceptos mismos como el destino o la muerte. Sin llegar a precisar en ningún momento la naturaleza del ente diabólico, más allá de su finalidad, el argumento se desliza al igual que la criatura de forma pausada, impávida, pero sumamente eficaz para concluir en un final que queda en gran medida a la interpretación del espectador. Junto con The Canal, la mejor cinta de terror del festival y probablemente una de las mejores del año, que a buen seguro encontrará distribución en las salas merced a sus buenas críticas y su palmarés en certámenes internacionales como el Austin Fantastic Fest.

The Rover / David Michôd
The Rover / David Michôd

Más reflexiva, llegaba The Rover, de David Michôd. El director de Animal Kingdom vuelve con un cuento postapocalíptico (en este caso, un apocalipsis financiero que se intuye, pero no se aclara) protagonizado con un Guy Pierce en estado de gracia que da un magnífico nivel interpretativo a una película cuyo argumento, la búsqueda sistemática a través del desierto australiano de un coche robado adquiere significado en sí mismo al final. Con un ritmo lento y reflexivo, The Rover se recrea en la incomodidad y el desasosiego que produce en el espectador, testigo mudo de vastas extensiones de una humanidad que se desliza poco a poco hacia una barbaria propia de la primera película de la serie Mad Max, no en vano, el propio Michôd ha comentado que su película utiliza el mismo escenario que la ya mítica cinta de Miller para contar una historia diferente. El metraje, un poco extenso, es el principal pero de un film que por lo demás resulta técnicamente prodigioso, especialmente en lo que se refiere a sus exteriores, y a la riqueza de los personajes que van apareciendo.

The Signal /  William Eubank
The Signal / William Eubank

The Signal, la última película de William Eubank, se presentaba con la principal cinta de ciencia ficción aspirante a un buen premio en Sitges, y a nadie debería extrañar que así fuera. Eubank, que fue descubierto por la película de culto de ciencia ficción Love hace 4 años en este mismo festival, cuenta en esta ocasión de un presupuesto digno de Hollywood, e intérpretes de gran nivel, como Laurence Fishburne, el incipiente Brenton Thwaites (The Giver, Maléfica) o la televisiva Olivia Cooke (Bates Motel) para dibujar un relato, a caballo entre el thriller y la aventura, con gran cantidad de elementos diferentes que funcionan bien agitados en la batidora de Eubank. El manejo de la técnica de Slow Motion, marca de la casa, así como un final que no por predecible es menos escalofriante, dan como resultado una película de alta calidad técnica e interpretativa que se disfruta enórmemente durante sus 97 minutos, hasta el punto de que se antoja algo corta y precipitada por momentos. Una película realmente buena que los amantes de la ciencia ficción hard disfrutarán enórmemente.

También se disfrutó la danesa When Animal Dreams, la ópera prima de Jonas Alexandre Arnby. Una historia de licantropía que recuerda enórmemente por ritmo y fotografía a la sueca Let me In. Sostenida principalmente en la interpretación de Lars Mikkelsen (al que hemos visto esta semana por Sitges en su película Montana), When Animal Dreams carece de una historia que sorprenda, siendo esta muy lineal y predecible, y parece depositar toda su fuerza en las interpretaciones y la fotografía natual del espectacular verano escandinavo dejando el agumento casi en un segundo plano. Sin embargo, parece un hecho intencionado, ya que la historia actúa sólo como hilo conductor de una serie de acciones individuales que pesan en la pantalla y que dejan buen regusto, pese al ralentí que presenta la película y que es el principal culpable de una duración un poco excesiva pero todavía dentro de los límites de lo tolerable.

Jemaine Clement
Jemaine Clement

También a competición aparecía la formidable What We Do in the Shadows. Atentos a esta película porque dará que hablar, una comedia de terror rodada en clave de falso documental sobre las dificultades que tienen los vampiros en adaptarse a la sociedad moderna. Con aire de Sitcom (imagine el lector la serie Friends protagonizada por vampiros), What We Do in the Shadows está escrita, dirigida y protagonizada por Jemaine Clement (Flight of the Conchords) y Taika Waititi en lo que no es más que una hilarante colección de gags que engancha con el público que no para de reir en toda la proyección, haciendo uso de los convencionalismos propios del cine de terror para dar lugar a una parodia ágil y sinvergüenza con unas interpretaciones más que correctas y un poso de frivolidad simpática que se agradece en medio de tanta experimentación como abunda hoy en día en el cine moderno. Mordaz y atrevida es una cinta que no debe faltar en la bandeja de una videoteca, que se disfruta de principio a fin y que es muy probable, que se lleve algún premio, al menos el del público que disfrutó de lo lindo.

Tusk / Kevin Smith
Tusk / Kevin Smith

Como también disfrutarían los amantes del cine de Kevin Smith. Estos últimos están de suerte, por que llega Tusk, la última producción del que a juzgar por muchos, es el mejor director actual de diálogos. Y es que el diálogo es la madre de todas las artes interpretativas. El daño que hizo el hiperrealismo en los años 90, desvirtuó los diálogos que pasan a ser meros conductores de la historia. Sin embargo, Kevin Smith vuelve a los orígenes, a los tiempos en que Billy Wilder separó definitivamente el cine del teatro para dotar de una enorme potencia a los diálogos de sus películas (no en vano, interviene por norma en los guiones). Tusk es un claro ejemplo. Narrado en clave de varios actos, vuelve a retomar el tema de Red State, la película en la que Smith se adentraba sin caer de lleno en el cine de terror, para crear un psycho thriller de psicópatas con tintes de The Human Centipede, eso sí, con el estilo tan peculiar de Kevin Smith. Así, Smith consigue crear una película cómica pero a la vez terrorifica, repleta de frases imposibles (todos deberíamos sacar la morsa que llevamos dentro) y que juega con el espectador, pues espera que termine de arrancar como una comedia pura en cualquier momento, pero que no llega a despegarse del género de terror, absurdo por momentos, pero terror. Como decíamos, diálogos muy intensos y divertidos que no pasan desapercibidos y que levantan por sí mismos una historia que de otra forma no tendría gran peso (de ahí la importancia del diálogo en esta película).

Un magnífico cierre, a pesar de que aun quedan algunas proyecciones para los más rezagados, a la que ha sido la mejor edición en muchos años del festival de cine de género por excelencia.