Si consideramos la cantidad de escándalos que llenan a Hollywood, y hasta donde han llegado muchos de ellos, uno podría pensar que un hijo ilegítimo podría ser una peccata minuta. Sin embargo, hay ocasiones en que la posición en que te encuentras, puede tener consecuencias mucho más graves, como pudo percatarse Arnold Schwarzenegger en sus últimos días como gobernador.
Para el 3 de enero del 2011, el actor, recordado por su trabajo en Terminator, terminaba su periodo como Gobernador de California, que muchos catalogaron como bastante deficiente. Prácticamente unos días antes de su salida, seis mujeres presentaron quejas sobre toques impropios realizados por el aún Gobernador, y que en todas esas ocasiones les había hecho propuestas sexuales directas. Arnold admitió que efectivamente había tenido "algunos malos momentos", pero todo el tiempo sostuvo que muchas de las declaraciones fueron exageradas. Todos los casos, aunque fueron aceptados, se negociaron fuera de la Corte, y por un momento pareció que había salido bien librado.
Pero unos días después, la ex-empleada doméstica Mildred Baena dio a conocer que, en 1997, había tenido un encuentro sexual con su entonces patrón Arnold, de cuya unión había nacido un hijo. En ese momento, ella estaba casada, y no sólo tuvo que enfrentarse con la demanda de paternidad, sino que el entonces esposo de Mildred, Rogelio Baena, demandó también al ex-político por los gastos que le implicó a él la paternidad mientras vivió con la mujer. Aunque nuevamente reconoció su paternidad, arregló el conflicto fuera de la Corte, las implicaciones fueron muy grandes, pues varios grupos pro defensa de los migrantes lo atacaron duramente, en especial por la estricta política que tuvo a ese respecto. A decir de muchos analistas, este escándalo arruinó toda posibilidad de continuar su carrera política.
Actualmente, Schwarzenegger ha retomado su carrera artística, y el escándalo fue ya casi olvidado, pero no cabe duda que, considerando sus aspiraciones políticas, seguramente él si lo recuerda.