Grandes escándalos del cine: Choi Eun-hee

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Ya hemos visto en diversas ocasiones, como la política y el cine han estado muy relacionados uno con otro. Sin embargo, existen casos en donde las cosas no sólo llegan a niveles muy extremos, sino que parecen sacados de un film. Uno de esos casos es el de Choi Eun-hee, estrella del cine de Corea, cuya fama provocó uno de los más extraños secuestros de la historia.

Esta mujer fue una de las mayores estrellas de la Corea del Sur de los setentas, tornándose una celebridad. Sus cintas llegaban incluso a Corea del Norte, aunque sólo podían distribuirse entre una selecta élite de miembros del partido. Su matrimonio con el conocido directorKim Jong-il,  fue un nuevo impulso a su fama, y las cintas realizadas por esa pareja eran garantía de éxito en taquilla.

Por aquel entonces, el actual líder de Corea del Norte, Kim Jong-il, era el Ministro de Cinematografía, cargo dado por su padre debido a su afición a ver cine occidental. Siendo cinéfilo empedernido, era un gran admirador del cine de Choi, de quien tenía todas sus cintas. Al mismo tiempo, el cine norcoreano iba en un franco declive. Con temas exclusivamente propagandísticos, y con el único objetivo de de ensalzar la imagen del líder Kim II-sung, la respuesta en las salas era muy pobre. Tenía que hacer algo para levantarla, y tomó una decisión que sólo un dictador encontraría lógica.

Para finales de los setentas, la carrera de Choi comenzó un severo declive, a lo que se sumó el divorcio de su marido. Por ello, cuando un misterioso productor le ofreció una oportunidad en el cine de Hong-Kong, no lo dudó ni un instante. La cita sería en esta ciudad el 22 de enero de 1978. Sin embargo, al llegar, fue secuestrada de manera rápida y precisa, y llevada a Corea del Norte. Ahí se le otorgó alojamientos de primer nivel, un sueldo más allá de lo que hubiera soñado y una gran cantidad de ventajas, pero para efectos prácticos, era una prisionera. Desde el primer momento, fue obligada a realizar varias películas para este país.

Dados que las cintas norcoreanas nunca salían de ese país, la desaparición de la acriz fue un misterio. Aunque ya casado, su ex-esposo se dio a la tarea de buscarla, lo que Kim miró como un riesgo, por lo que decidió matar dos pájaros de un tiro: secuestró también a Shin, y lo hizo trabajar para él, con los mismos privilegios y limitaciones que su esposa.

La pareja fue la responsable de una gran cantidad de éxitos, y la egolatría de Kim hizo que incluso comenzaran a presentarse en Occidente, bajo órdenes de asegurar que ellos habían emigrado de forma voluntaria. Fue hasta 1986 que lograron refugiarse en la Embajada de EU en Viena, que se supo la verdad de su situación.

A pesar de todas las implicaciones, no hubo repercusiones diplomáticas sobre ello, en especial para no empeorar las de pro sí tensas relaciones entre ambas Coreas. Sin embargo, sigue siendo uno de los escándalos más sonados del cine mundial.