Durante la década de los cincuentas, Disney se interesó especialmente en crear una imagen sana, educativa y familiar, por lo que se lanzó a realizar documentales sobre la vida en la naturaleza, algo que mantiene hasta nuestros días. Para 1958, James Algar recibió el encargo de hacer White Wilderness, en donde se pretendía captar los pormenores de la ida en el Ártico. El mismo Walt Disney le pidió que tratara de filmar el suicidio masivo de los lemmings, un pequeño roedor canadiense del que se decía que, al llegar a un cierto nivel de población, se lanzaba de los riscos en masa para mantener el equilibro. El problema fue cuando, al hacer su investigación preliminar, descubrió que era un mito. Los lemmings efectivamente migran, pero por el tamaño de los grupos, es común que algunos lleguen a caer de riscos o se ahogaran en ríos. Luego entonces, la escena sería imposible.
Aquí es donde la historia difiere un poco. Según algunos, Disney exigió que se hiciera la escena a como diese lugar; otros, que lo planeó el mismo Algar antes de decirle a su jefe que era falso. El director se dedicó a comprar lemmings en varias partas, hasta juntar un par de docenas. Después, los colocó en una plataforma giratoria llena de nieve, de modo que los animales tenían que mantenerse en movimiento para mantener el equilibrio. Con varios trucos de cámara, logró que menos de estos 25 lucieran como una enorme manada, con lo que obtuvo su migración.
Después de ello, el equipo llevó a los animales a un risco, donde a costa de aterrorizarlos, los forzó a saltar al vacío, ahogándose en la fría corriente. El documental se presentó como un hecho real, pero los mismos naturalistas que ayudaron al director se mostraron extrañados, por lo que con una breve investigación, la verdad salió a la luz.
Sin embargo, incluso ahora el mito del suicidio de lemmings se sigue dando por cierto, y a pesar de que se probó el engaño, White Wilderness se sigue proyectando como una cinta científicamente exacta.