Durante años, el actor John Wayne fue visto no sólo como el prototipo del hombre rudo, sino que fue sin duda el abanderado de la corriente conservadora republicana. Era un fuerte defensor de la Guerra de Vietnam, y solía apoyar muchas de las causas de este partido. Sin embargo, sus posturas eran muchas veces demasiado extremas, y siendo una de las figuras más populares del cine de aquellos años, sus puntos de vista pesaban bastante, por lo que ocasionó más de un problema a estos grupos políticos al pasarse de la raya con respecto a muchas de sus opiniones frente a los medios.
El que fue posiblemente el peor momento de este tipo se dio en 1971, cuando le otorgó una entrevista a Playboy, en donde por la época, y por declaraciones anteriores, se tocó el tema de la Guerra de Vietnam. El mismo Wayne fue llevando la plática al derecho y obligación que tenía Estados Unidos de salvaguardar al mundo, y se fue haciendo más específica, hasta llegar a su declaración más controversial.
Creo en la supremacía de los blancos hasta que los negros sean educados responsablemente. No me siento culpable sobre el hecho de que hace cinco o diez generaciones estas personas fueran esclavos.
Este punto de vista inflamó no sólo a los grupos de defensa de los derechos de los negros, que en ese momento estaban en efervescencia, sino a muchos representantes demócratas. De hecho, se pensó en retirarle algunos de sus contratos, pero el peso que tenía como actor, además del fenómeno del Mcarthismo, hicieron que los estudios optaran por mantenerlo en nómina, por temor a ser identificados como "liberales". Aún así, el impacto que tuvo fue más que suficiente como para que perdiera varios seguidores. Sigue siendo uno de los escándalos más sonados de Hollywood.