Grandes escándalos del cine: La dieta de Judy Garland

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Es bien sabido que muchos actores y actrices de cine se someten a dietas extremas y a regímenes draconianos para poder conservar su belleza y apariencia, y muchas veces poniendo en peligro su salud. Sin embargo, existen algunos casos en que la situación ha sido extrema, y que acabaron convirtiéndose en verdaderos escándalos.

Para 1935, la pequeña Judy Garland había sido descubierta por los productores de Hollywood, y rápidamente se volvió una sensación. Viniendo de una familia modesta, el éxito le permitió darse ciertos lujos, en especial con las golosinas, algo perfectamente normal en un niño.

Para cuando fue elegida para el papel principal en El Mago de Oz, la pequeña había ganado algunos kilos, que se consideraron demasiados para el papel. Por ello, el productor Louis B. Mayer la forzó a llevar una dieta exclusivamente de sopa de pollo y café. Si bien logró que la muchacha bajara de peso rápidamente, el hambre continua y la falta de energía hacían sus actuaciones deplorables. La solución fue administrarle anfetaminas y barbitúricos, además de hacerla fumar para mitigar el apetito.

El celo de la empresa llegó a tal punto, que era espiada en todo momento para asegurarse que la siguiera al pie de la letra. Este tratamiento duró un año y medio, al grado de que, cuando la dieta se terminó de manera oficial, ella se había vuelto adicta tanto al tabaco como a los medicamentos. De hecho, se sabe que eso fue lo que la llevó a la vida de excesos que acabarían con su vida a los 47 años.

Desafortunadamente, cuando estos hechos se dieron a conocer, Mayer ya había fallecido, por lo que sólo se pudo castigarse al médico que le conseguía los medicamentos, a quien se le retiró la licencia.

Si bien a la fecha no se le suele comentar mucho, no cabe duda que ha quedado como uno de los más grandes escándalos que se han vivido en Hollywood.