Jane Eyre, o cómo una buena versión puede ser novedosa

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El cine, en ocasiones, se vuelca sobre obras literarias versionándolas una y otra vez, no siempre con éxito. Un ejemplo es el Dracula de Bram Stoker que ha llegado a convertirse en un referente del mundo contemporáneo y al que han puesto cara actores de la talla Bela Lugosi, Christopher Lee, o el gran Gary Oldman y que ha llegado a plantarse en las pantallas cerca de veinte veces. Y qué decir de las novelas de Dickens, o del afamado Doctor Jekyll y su alter ego Mister Hide. Todas ellas tienen un denominador común, y no es otro que la rica prosa decimonónica, una época de explendor de las letras que tiene como eco grandes producciones cinematográficas de nuestros días.

Pues bien, Jane Eyre de Charlotte Brontë, es una de esas novelas que responden a este patrón que recientemente ha estrenado, no nos acobardaremos al decirlo, su versión más brillante de la mano del californiano Cary Fukunaga, llegando a fascinar al público de Sitges 2011, que si bien no fue capaz de ubicar la novela en el contexto del festival (recordemos que es de temática fantástica), coincidió en señalarla como una de las sorpresas de la edición de este año.

Y decimos que es brillante por partida doble. En primer lugar, sin ningún género de dudas,es la más fiel al relato original, retratando el ambiente puritano de la campiña decimonónica británica de un modo claustrofóbico y convirtiendo la vida cotidiana en una sucesión de poses sin ningún rasgo de espontaneidad. Y en segundo lugar, por una maravillosa y cuidada fotografía, que juega con las luces para hacer el invierno más tétrico y el verano más luminoso de la mano de Adriano Goldman, que ya trabajara con Fukunaga en la produción española Sin Nombre en un contexto geométrico y artístico que llega a sobrecoger.

Fukunaga extrae lo mejor de un gran elenco de actores, liderados por la australiana Mia Wasikowska, a la que no hace mucho vimos interpretar a Alicia en Alice in Wonderland, la lisérgica recreación de Tim Burton del clásico de Lewis Carrol. A lado de Waiskowska destacan otros dos monstruos de la interpretación; Jamie Bell, aquel saltarín muchacho de Billy Elliot consolidado ya como un grandísimo actor que nos proporcionará, si su estrella no se tuerce, grandes momentos en los próximos años y sobre todo, un soberbio Michael Fassbender, prolífico actor que está firmando en los últimos años fantásticas actuaciones.

Con esos mimbres, es fácil anticipar que la película será portentosa al narrar una vez más (poco novedoso se puede decir del argumento) las desdichas de la vida de la institutriz inglesa marcada por su desgraciada infancia. Portentosa y exuberante en su planteamiento, sin escatimar en planos generales para desarrollar el impacto visual que, a buen seguro, hará sentir al espectador que sólo le falta el tacto y el olfato para verse inmerso con los cinco sentidos con esta cinta a la que nos cuesta encontrarle peros.