La cineasta Sally Potter presenta (y cuenta todo) su nueva película, "The Party"

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Más de cinco años después de estrenar su última película como directora, "Ginger & Rosa", la cineasta Sally Potter ha estrenado "The Party".

Para celebrar su reciente nombramiento como Ministra de Sanidad del Gobierno británico, Janet organiza una fiesta en la que se reúnen varios amigos. Sus colegas también tienen noticias sorprendentes, aunque la mayor sorpresa para todos será la que revelará el esposo de Janet, Bill. Lo que comienza como una celebración terminará convirtiéndose en una verdadera y muy divertida tragedia.

El reparto lo forman Patricia Clarkson, Bruno Ganz, Cherry Jones, Emily Mortimer, Cillian Murphy, Kristin Scott Thomas, Timothy Spall.

Hechas las presentaciones, vamos con una interesante entrevista que la directora ha concedido para presentar la película a SensaCine.

¿Cree que la situación política actual es tan caótica como la plantea en ‘The Party’?

En primer lugar, es un problema que atañe a varias generaciones: el personaje más joven tiene 40 años y el más mayor, 80. Pero sí que es cierto que algunas de las inquietudes de una cierta generación de la izquierda –que fueron activistas, que se manifestaron por los derechos de las personas LGTB, contra la invasión de Irak, a favor del feminismo– se han transformado en decepción y en sensación de crisis en cuanto a cómo han evolucionado las cosas en los últimos 20 años. Pero los temas que se plantean en la película también son cuestiones muy personales: los celos, la infidelidad, y los problemas de la traición en la amistad.

 

Es el otro gran tema de "The Party": las cuestiones del amor y del deseo son más importantes que las ambiciones profesionales y la lucha por el poder.

El escenario de personal es donde se ataca con más intensidad a las personas. Una mujer en el ámbito político como Hillary Clinto es una persona con una trayectoria de éxito pero que ha sido ‘acuchillada’ en la arena pública por cuestiones personales.  En "The Party" quería explorar que lo personal también es político, y es imposible separarlo.

Creo que las vicisitudes y tribulaciones de la pareja formada por Emily Mortimer y Cherry Jones personifican precisamente esta idea, y muestran asimismo las contradicciones actuales de la cuestión feminista.

La película explora de manera muy amable algunos enigmas extraños que tenemos como sociedad. Por ejemplo, hoy en día se supone que muchas mujeres deberían decir que están en contra del matrimonio solo por el hecho de que se trata de una institución heredera de las estructuras patriarcales, pero ahora mismo para una pareja de lesbianas la lucha se encuentra en la posibilidad de contraer matrimonio. Es una paradoja interesante. Aún y así, para las parejas lesbianas la maternidad no es un jardín de rosas. Se encuentran en la situación de que fecundan dos o tres hijos a la vez, entre otras dificultades. En The Party he querido mirar esas zonas delicadas y tratar los problemas de cualquier relación –mujeres y mujeres, hombres y hombres, hombres y mujeres– en el mismo nivel de igualdad. Sin romanticismos.

He querido tratar los problemas de cualquier relación –mujeres y mujeres, hombres y hombres, hombres y mujeres– en el mismo nivel de igualdad. Sin romanticismos.

¿Por qué decidió utilizar el dispositivo teatral como escenario de ‘The party’?

Creo que hay algo muy conmovedor en encontrar libertad dramática con restricciones escénicas. En el cine, por regla general, la tendencia es ir a más: películas más largas, más caras, con más efectos, con más persecuciones. Una película independiente no puede competir con eso, pero puede hacer algo mejor y convertir eso en una ventaja: ser más pequeña y ser más profunda. Juntar a esos actores maravillosos, con un presupuesto bajo, poder explorar los grandes temas de nuestros días en una estructura minimalista…, ese era mi objetivo.

A muchos cineastas les gusta lo de encerrar a sus personajes en espacios claustrofóbicos. Estoy pensando en Roman Polanski.

Tanto Un dios salvaje como Quién teme a Virginia Wolf están basadas en obras teatrales y ahora con The Party sucede lo contrario, que la quieren llevar al teatro [risas]. Pero el principio es el mismo, está en El ángel exterminador, de Buñuel, en Bergman… Hay unas cuantas películas que versan sobre idea de encerrar a la gente en un espacio y que las cosas exploten. Es un buen recurso, estudiar esas contradicciones.

Teniendo en cuenta su trayectoria como cineasta, cualquier actor y actriz trabajaría con usted sin pensárselo. Pero ser capaz de juntar a un reparto de esa talla es casi ciencia-ficción.

Siempre es una cuestión de guion y mi reputación, supongo. Los actores y actrices cuando leen un guion y ven personajes llenos de contradicciones, que no son estereotipos, que tiene diferentes facetas…, ven que tienen mucho material con el que trabajar y lo valoran. Kristin, Patricia, CIlian, Timothy… Todos ellos eran los actores que tenía en mente como primera opción y he tenido la gran suerte de que hayan querido estar en la película.

La obra puede ser interpretada como una alegoría de la deriva de cierta izquierda británica y europea, y creo que, en este sentido, el personaje de Marianne, el único que no está en la fiesta, da muchas claves al respecto.

No está en la película, pero sí en el corazón de los protagonistas: es la gran deseada, a la que adoran, y ellos piensan que ella les quiere a ellos [risas]. ¡Todos queremos a Marianne! En cuanto a la alegoría política, son personajes que han estado luchando con principios fundamentales sobre cómo hacer una sociedad mejor, pero muchos están decepcionados, porque lo que han hecho no ha funcionado. Curiosamente el personaje de Patricia, que parece la más cínica al hablar de la acción directa, es la más realista: hoy lo más revolucionario es contar la verdad. Eso es lo que esa gente, la izquierda, tiene que comenzar a afrontar: el cómo contar la verdad.

Pero nadie cuenta nunca la verdad.  En la película, pero también en la vida real. Al menos en política.

Exacto, y ese el problema. Por eso me sentí interpelada a escribir el guion: por la proliferación de noticias falsas y la incapacidad de contar la verdad, surgió esa necesidad de crear estos personajes que, como mínimo en su mundo, sintieran la necesidad de contarse la verdad los unos a los otros.