La Cueva: La madre Tierra es una cruel amante

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Llega a nuestras pantallas la segunda película de Alfredo Montero, La Cueva, avalada por un enorme éxito de la crítica en el pasado Festival de Sitges 2013 y que cuenta con dos biznagas de plata del último festival de Málaga,  así como con el aval de haber sido la gran triunfadora del Nocturna 2014.

El argumento es sencillo, un grupo de amigos de acampada, descubren una cueva que deciden explorar sin tomar la más mínima precaución, internándose en ella para perderse en sus laberínticas entrañas. La situación se irá complicando cada vez más y sacará lo peor de cada uno, en un vertiginoso descenso a la locura y en la exploración de los lados ocultos de la psique de cada uno.

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Merece la pena, a la hora de analizar esta película, llevar a cabo un repaso por el subgénero que supone el cine de cuevas, donde han brillado joyas como The Descent, o más recientemente Beneath, de Ben Kitai que viene de arrasar en el que es uno de los festivales de cine de género más prestigiosos como es el Screamfest.

Por lo general en este tipo de películas, nos encontramos con bellos pasajes subterráneos como decorado de dramas y traumas de lo más variopinto, que suelen arrancar con seres humanos, criaturas de la superficie, descendiendo a las profundidades terrestres plenamente equipados un entorno tan hostil como el que implica las exploraciones subterráneas. Los protagonistas van progresivamente perdiendo sus preciados instrumentos hasta convertirse en una lucha dramática por la supervivencia.

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En La Cueva, nos encontramos con la primera vuelta de tuerca que hemos podido ver hasta la fecha sobre este patrón. Los protagonistas no están ni mucho menos preparados, se adentran sin ningún tipo de equipamiento más allá de mecheros y linternas. Por añadidura, la caverna en esta ocasión, no aporta bóvedas catedralicias, ni hermosos cristales, si no paredes grises, legamosas, feas, desagradables en definitiva, que no hacen si no ahondar en la sensación de opresión que genera en el espectador.

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Este planteamiento consigue que la lucha por la supervivencia en condiciones deplorables, característica de este tipo de películas, comience al poco tiempo de metraje, contribuyendo a una situación de clímax extenso en el tiempo.

Es esto, lo que hace que Alejandro Montero brille como director. En primer lugar, por sacar lo mejor a unos actores que, reconozcámoslo, son como norma general limitados en su labor interpretativa (salvada excepción, la poderosa interpretación de Marcos Ortiz). En segundo lugar, porque pocas veces se aprecia la dificultad de un rodaje, pero en este caso, La Cueva hace que nos demos cuenta de los esfuerzos titánicos que en ocasiones son necesarios para poder llevar una escena a la pantalla. Pero por encima de todo está el hecho de la ilusión que destila cada uno de los planos en lo que supone un brillante Found Footage sólo enturbiado por veinte minutos finales que quizá no sean del agrado de todos, pero que parecen escogidos con una paradójica mezcla de brutal crueldad y cuidada delicadeza.

En definitiva, una película muy recomendable para el público que aprecie el thriller y el cine de terror... y que no tenga aprehensión a los espacios cerrados.