La gran apuesta: Incomodidad de la avaricia

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La gran apuesta narra dos historias: la crónica de la crisis económica más memorable desde la gran depresión, y la historia de las acciones - y emociones - de aquellos que la anticiparon: El Dr. Michael Burry (Christian Bale), Jared Vennett (Ryan Gosling)Mark Baum (Steve Carell), Charlie Geller (John Magaro), Jaime Shipley (Finn Wittrock) y Ben Rickert (Brad Pitt). En vista de que el final de su historia ya es conocido, la cinta de Adam McKay se enfoca en el inicio, concretamente, en la radical apuesta de Burry, Vennett y Baum (seguidos, poco después, por Geller y Shipley) de apostar por la caída de las hipotecas en el mercado financiero estadounidense.

Christian Bale como Michael Burry
Christian Bale como Michael Burry

¿Qué motiva su interés en el tema? Ante todo, el dinero. Burry está dispuesto a poner su pequeña empresa (un fondo financiero) en aparente riesgo, con tal de cobrar una enorme fortuna después de, según él, la gran caída económica. Los bancos le han garantizado el premio, convencidos de que semejante locura no va a suceder. Vennett ofrece la misma oportunidad al fondo financiero de Baum, y Geller y Shipley, apoyados por Rickert. El resto, literalmente, es historia. Pero la gran paga de los tres está, al inicio de la cinta, muy lejos. ¿Qué ocurre mientras tanto?

Ryan Gosling como Jared Vennett
Ryan Gosling como Jared Vennett

Comprensión, tensión, y conflicto. Como una obra de ficción inspirada en uno de los temas más explosivos del siglo, McKay cumple una responsabilidad social: Vennett - cuya voz narra toda la cinta, e incluso rompe la cuarta pared para dirigirse a la audiencia, como ocurre en House of Cards - se detiene para explicar conceptos fácilmente confusos, utilizando definiciones encima de la pantalla, congelando imágenes, y pidiendo la asistencia de numerosas celebridades que, con evidente sarcasmo, explican los ingredientes cruciales para la explosión económica. El tema es complejo, y sujeto de una variada evidencia mediática. Pero La gran apuesta tampoco olvida su intención de contar una historia, reduciendo los conceptos clave a ”cosas muy, muy malas". Para mayor información teórica, es recomendable ver Inside Job, documental de Charles Ferguson sobre el tema.

Steve Carell como Mark Baum
Steve Carell como Mark Baum

¿Cómo afecta el creciente desastre a los personajes? Este es el otro enfoque de McKay. Cabe notar que la separación entre realidad y ficción respecto a la personalidad de cada uno podría ser amplia, al extremo de que los protagonistas admiten, ocasionalmente, que algunos eventos no sucedieron exactamente como se narran en la cinta. Lo que resta entonces es un análisis dramático. Burry, el primero en aparecer, es también el más preciso, auto-descrito como un desinteresado en la interacción social, que se rehusa a usar zapatos y realiza su trabajo al ritmo del trash metal en turno. Pese a la sorpresa y crítica de sus inversionistas, Burry está seguro de lo que va a ocurrir, y es el primero en avisarlo. Vennett es el segundo, con la explícita intención de hacer dinero. Es el banquero como burla: engreído, discriminatorio, demostrando su avaricia sin tapujos. Baum, cuya intención también parece reflejarse en Geller, Shipley y Rickert, parece ser el único con un conflicto ético, resultado de un escepticismo inicial hacia el sistema financiero, que crece al paso de cada nuevo - y terrible - descubrimiento.

Brad Pitt como Ben Rickert
Brad Pitt como Ben Rickert

Y es ahí donde La gran apuesta podría volverse un entretenimiento incómodo. McKay, colega detrás de la cámara para Will Ferrell en cintas como Anchorman, viene de una tradición cómica, y el humor rodea a esta última cinta: en la mirada psicópata de Burry hacia su nuevo empleado, en las interrupciones narrativas de Vennett, y la furia sin filtros de Baum, un Sam Bigotes del capitalismo moderno. La actitud de los tres es causa de humor ocasional, pero la historia y el contexto que los rodea sigue - y seguirá - registrada como una de las tragedias (y traiciones) más grandes del siglo.

Y es ahí donde entra la parte incómoda.

Tras ver La gran apuesta, es difícil denotar a sus personajes como “héroes”. Y ellos, en el universo ficticio de la cinta, no se dan semejante título. A lo más, son oráculos con beneficios, sujetos que anticipan el fin del mundo… y se benefician personalmente del caos. Aún cuando un colega de Baum insiste en que ellos no son “como los bancos, que acabarán en la cárcel como auténticos ladrones” (cosa que obviamente no pasó), no hay mucha distancia en las premisas: un gran sector de Wall Street se aprovechó del engaño socio-económico para llenar bolsas de dinero, Burry, Vennett y Baum, llenaron las suyas después de anticipar dicho engaño. Si la conclusión de la cinta es que ese mundo, aún fresco y latiente en la realidad global, es todo excepto buenos contra malos, ¿qué dice de su futuro? Más aún, ¿qué dice La gran apuesta (que además de contar con el talento de Pitt, fue co-producida por él) de Hollywood, respecto a la estupidez y maldad nacional? Quizás la cinta de McKay representa el primer paso de cualquier rehabilitación: reconocer el problema. Como se dijo en una reseña, “uno puede salir del cine indignado y furioso por lo ocurrido, pero la experiencia de ver la cinta lo hará una mejor persona” Si ello es cierto, la segunda pregunta es qué hacer con semejante bondad, en un mundo de crueldad subvencionada.

Manuel Cruz

@cruzderivas