La impredecible realidad: viviendo en el caos

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This chaos is killing me!  Hallo Space Boy. David Bowie

La semana pasada se informó la muerte del meteorólogo norteamericano Edward Lorenz, pionero en  el desarrollo de la teoría del caos y el efecto mariposa. Las nociones referidas al caos, el efecto mariposa y los fractales son consideradas como la revolución científica más importante de la segunda mitad del siglo XX. 

Es generalizado para la opinión pública, asociar la idea del caos con desorden, que  es en realidad una mala interpretación. El caos describe un fenómeno que dada su inestabilidad es imposible de predecir. No es extraño que estas preguntas hayan surgido en primer lugar dentro de la meteorología, que era el campo de Lorenz. Posteriormente, los modelos matemáticos se fueron aplicando a situaciones que describían fenómenos caóticos en distintos campos: la turbulencia en la física, el crecimiento de la población en demografía, el latido del corazón en medicina y la estabilidad del sistema solar en astronomía. Pero con el tiempo, se fueron descubrimiento aplicaciones para otras áreas: la economía, las ciencias sociales, la música y otras formas de arte, especialmente las que se basan en los fractales, como el diseño y la arquitectura. 

En el cine ya hemos visto historias inspiradas en esta nueva idea de cómo explicar el funcionamiento de la naturaleza. Darren Aronofsky sorprende al mundo con Pi, El orden del caos (PI, 1998) una interesante propuesta realizada con muy bajo presupuesto, que explora a profundidad el tema desde varias perspectivas: La matemática, la económica, la política y hasta la espiritual.  La historia cuenta como Max Cohen, un joven genio matemático que vive casi exclusivamente para los números, se obsesiona con la idea de encontrar un patrón aplicable a los números de la bolsa de valores. La bolsa constituye un ejemplo perfecto de lo que es un sistema caótico: absolutamente impredecible. Cargada de enseñanzas y frases notables aplicables a distintos momentos de la vida, la cinta resulta en el fondo una construcción caótica: enfermedad, soledad, muerte y obsesión ¿Cómo pretender construir estabilidad con tantas variantes inestables?  

Matrix (1999, Wachowsky Bros.) también se inscribe dentro de esta perspectiva, aunque la  construcción de inestabilidad la supimos hasta el final de la trilogía. Aún con las variables programadas y aparentemente predecibles, siempre es posible que algún elemento se salga de control produciendo un escenario inesperado. “y recordarás que no crees en esto del destino, porque tu controlas tu vida” dice el Oráculo enigmáticamente a Neo en su primera visita, sabiendo que la duda lo obligará a buscar nuevas alternativas – y derroteros impredecibles, que aún siendo provocados no le permiten vislumbrar el resultado. 

El efecto mariposa (The butterfly effect, 2004) de Erick Bress, por su parte, explora una teoría derivada: el cambio de variables por imperceptible que sea dará como resultado escenarios y situaciones diametralmente diferentes. La película puede resultar confusa pero no por eso pierde la capacidad de ilustrarnos algo importante: nadie es totalmente dueño de su realidad y constructor de su destino.  

Y es que por increíble que parezca, antes de Lorenz y otros pioneros de la teoría del caos, nadie se había planteado como posibilidad el que la ciencia no fuera capaz de construir leyes para explicar fenómenos no predecibles. Un mundo ordenado con leyes concretas, es algo cada vez más alejado del verdadero funcionamiento del universo. Alguna vez Scully le dice  Mulder en los Expedientes X: Nada sucede en contradicción con la naturaleza. En contradicción no, ¿pero que tal sin su control ni consentimiento? ¿Es el determinismo la única manera de encontrar la verdad? Científicos como Lorenz  podrían hoy responder con seguridad, que no.