La Jugada Maestra teme al por qué

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La Jugada Maestra presenta la tesis de que el genio tiene un alma destruida. Y en el caso de su historia, es cierto: La vida de Bobby Fischer (interpretado por Tobey Maguire), campeón mundial e innovador del ajedrez, estuvo marcada por pasajes de inestabilidad mental que incluso llegaron a interferir con su exitosa carrera, y en un contexto de alto riesgo. La cinta de Edward Zwick comienza en Islandia, donde Fischer no se presenta al segundo día del Campeonato Mundial de Ajedrez. Más allá de la reacción pública, Fischer se está jugando parte de la identidad nacional, contra el enemigo más grande - en aquel entonces - de su país: La batalla intelectual entre él y Boris Spassky (Liev Schreiber) es una representación del conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En palabras de Paul Marshall (Michael Stuhlbarg), agente de Fischer durante su carrera: Aunque ningún país esté usando armas justo ahora, hay una guerra de percepciones”

Tobey Maguire como Bobby Fischer
Tobey Maguire como Bobby Fischer

La Jugada Maestra trata sobre esta guerra de percepciones. También sobre la vida de Fischer. También sobre la inestabilidad mental que lo acechó en paralelo a su exitosa carrera. A diferencia del ajedrez, donde cada movimiento es un acto de concentración, la cinta trata de muchas cosas, e intenta que su diversidad narrativa se resuma en una sola emoción. El problema no es la ambición, sino la falta de enfoque. La narrativa de Steven Knight no tarda en demostrar el increíble talento de Fischer por el ajedrez desde su infancia, y como esté lo lleva a convertirse en una celebridad de nicho, mucho antes de su gran enfrentamiento con los soviets. Lo interesante es el contexto que rodea a esa sucesión de eventos: De entrada, la familia de Fischer está a favor del comunismo, y son en consecuencia espiados por el gobierno estadounidense durante los años 50. También, desde ese punto, se sugiere una hipersensibilidad en su mente, algo que sólo consigue tranquilizar con el ajedrez.

Bobby Fischer durante su época de mayor fama
Bobby Fischer durante su época de mayor fama

Como un biopicLa Jugada Maestra lleva una ventaja y una responsabilidad: la ventaja es el nombre de Fischer en la historia mundial: Al menos es conocido como un genio. La responsabilidad es contar algo nuevo dentro de lo que ya se conoce. Y en este caso, la ruta es obvia: ya se sabe quién era Fischer y qué hizo, pero sería genial entender por qué. La falta de enfoque a esta pregunta genera perplejidad: de niño, Fischer ve a su familia como partidarios del comunismo, pero durante su adolescencia, es lo más patriota del mundo. Ah, y también está en contra de los judíos. Y oye cosas. Pero es imposible saber por qué.

Liev Schreiber como Boris Spassky, el campeón soviético que la hace competencia a Fischer
Liev Schreiber como Boris Spassky, el campeón soviético que la hace competencia a Fischer

Zwick podría estar interesado en cada evento de la historia como un ejercicio de expresión emocional. La versión de Fischer en la cinta, esté cercana o no al personaje real, se comporta de esa forma: un hombre arrogante, paranoico, berrinchudo y con delirios de grandeza usualmente justificados en sus acciones. Su sensibilidad se expresa en boca de otros: a través de su agente, o su mejor amigo Bill (Peter Sarsgaard), quien era un excelente jugador de ajedrez antes de convertirse en sacerdote. En algún punto de la cinta, su hermana Joan (Lily Rabe) le afirma al agente de Fischer sobre la locura de su hermano: ha estado recibiendo cartas de él recientemente, donde se siente amenazado por la presencia de los soviets y los judíos. Hay voces en su cabeza. El representante profesional de Fischer comprende, pero segundos después afirma que esto es la guerra, y que Fischer debe ganar, porque Estados Unidos debe ganar. Joan no protesta más.

Lily Rabe como Joan, hermana de Fischer
Lily Rabe como Joan, hermana de Fischer

Inverosimilitud aparte, aquellas escenas se sienten frustrantes por su notable ejecución: Se puede decir que, a falta de un buen guión, el resto de la película se cae. La Jugada Maestra le da vueltas a esta premisa, de entrada, porque su guión no es malo, sólo está más enfocado en la sucesión de eventos que el desarrollo y comprensión de sus personajes. Lo que verdaderamente sorprende son las actuaciones, comenzando por Maguire, quien captura la volatilidad emocional de Fischer sin ningún rastro de exageración. Pero podría ser mejor si supiéramos más de él. De una manera similar a Steve JobsLa Jugada Maestra cambia de ángulo justo en un momento interesante para su protagonista: Fischer es un desastre, pero ya tiene que irse al siguiente partido de ajedrez, porque los soviets son el mal encarnado.

Más raro aún es que una cinta con tanta inseguridad a profundizar tenga al ajedrez como tema central, y este también queda ligeramente desprestigiado. Fischer no es un genio instantáneo, y tras perder su primera partida, antes de ser profesional, decide dedicar su vida entera al estudio del deporte. Pero eso se retrata en montajes, o escenas donde declama combinaciones y movimientos con evidente arrogancia. El ajedrez es una forma de pensamiento, y la locura podría plantearse como una pérdida del pensamiento… u otra forma de pensamiento. ¿No sería fascinante situarlas en conflicto? La idea nunca se materializa, y la cinta acaba cumpliendo una tesis floja y potencialmente cliché: el genio tiene, porque si, un alma destruida. La Jugada Maestra tiene mucha energía a su favor: la actuación de Maguire es extraordinaria, los juegos de ajedrez más importantes generan cierta tensión, y hay elementos de diseño sonoro y música que mantienen alerta. Pero se siente como una película asustada por la aparente complejidad de sus temas. Y ese miedo sólo la lleva a ser, por grandes momentos, una película torpe.

Si Bobby Fischer fuera un superhéroe, La Jugada Maestra es su Spider-Man 3.

Manuel Cruz

@cruzderivas