La migración del campo a la ciudad de México. El arquetipo del “Milusos”

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El milusos
El milusos

Esta es la ponencia que presenté en el Quinto Coloquio Cine Regional que se celebró en la Ciudad de Puebla, del 20 al 22 de mayo pasado. Fue una experiencia muy enriquecedora, por lo que agradezco al comité organizador la invitación al evento, y sin más.. aquí va el rollo.

Resumen

Lo urbano encierra en su definición la consideración de lo rural como antagónico, aunque con los fenómenos de crecimiento y expansión de las ciudades en los últimos años, esta separación se hace cada vez menos útil para explicar la complejidad de fenómenos tales como la migración y algunos otros que tienen como escenario la ciudad. Para el caso de la capital del país, el crecimiento de la Ciudad de México inició su fase expansiva en los años 40 y alcanza sus niveles más altos entre 1950 y 1970.[2]

En 1980, cuando la dinámica migratoria interna empezaba a generar tensiones de múltiples tipos, llega a las pantallas “El Milusos” cinta dirigida por Gustavo G Rivera, y estelarizada por Héctor Suárez. La trama trata sobre las desventuras que debe afrontar un migrante rural al llegar a la Ciudad de México.

El contexto en el que se difunde la película, y el pretendido mensaje dirigido a desalentar la migración del campo a la ciudad, convierten a la cinta en un referente obligado para entender la construcción del fenómeno en el imaginario colectivo, construyendo además un arquetipo[3] popular alrededor del campesino que migra a la Ciudad de México.

Sin embargo, ese arquetipo estaba más dirigido a plasmar el mensaje  oficialista de la época, que a configurar la crónica del fenómeno y es por ello que resulta interesante analizarlo ahora, cuando sabemos que el crecimiento urbano y la migración no pudieron detenerse, transformando durante el proceso la vida tanto del campo, como de la ciudad.

1.- Consideraciones generales acerca de la migración campo- ciudad en la Zona Metropolitana de Ciudad de México. (ZMCM)

La ciudad como escenario de lo urbano, sugiere en primer término su conceptualización como opuesto a lo rural, aunque con los procesos de crecimiento y expansión de las ciudades en la segunda mitad del siglo XX, esta separación se hace cada vez menos útil para explicar la complejidad de los fenómenos urbanos en diferentes ámbitos.[4]

En el caso de la ciudad de México, el fenómeno del crecimiento explosivo no solo tiene implicaciones espaciales, se manifiesta también en el área de influencia y en la modificación de perfiles de nuevos actores sociales, modificando relaciones de vida, trabajo y movilidad social. Este proceso paulatino que motivó tanto la urbanización del campo como la ruralización de la periferia de la ciudad, es denominado por algunos autores como rururbanización entendida ésta, como la paulatina readecuación de relaciones sociales y prácticas de las comunidades rurales y de los migrantes de estas comunidades a los centros urbanos, haciendo cada vez más difícil diferenciar los nuevos escenarios.[5]

Es importante decir además que la migración hacia la Ciudad de México, responde a diversas variables macrosociológicas que detonan su crecimiento explosivo y sin control. Entre estas variables -de acuerdo a Lourdes Arizpe- se encuentran las siguientes: el proyecto de industrialización del país, los conflictos derivados de un reparto de tierras no concluido y problemático, y los conflictos políticos a nivel local y regional; condiciones que conjugadas con las decisiones familiares y colectivas, llevan a miles de campesinos e indígenas a buscar una mejor calidad de vida en la ciudad.[6]

En función de estos factores el crecimiento de la ciudad de México, empieza su fase expansiva en la década de los cuarenta, alcanzando sus niveles más altos entre 1950 y 1970. Y si bien éste es un tema ampliamente documentado por los estudios urbanos, un aspecto que no ha merecido atención suficiente, es el del perfil de quiénes son los migrantes y como desarrollan su vida en la Ciudad de México.

2.-El perfil del migrante campesino e indígena.

En general, la mayoría de los migrantes durante la fase expansiva de la ciudad de México, son campesinos o indígenas, siendo importante recalcar que una cosa no es sinónimo de la otra. En general, los autores que se han dedicado a documentar el tema resaltan 3 aspectos importantes de considerar para construir un perfil o imagen de los migrantes urbanos. El primero, el que describe la dinámica asociada a las cadenas migratorias. Esta condición da paso a la segunda: las estrategias que desarrollan de manera colectiva una vez establecidos en la ciudad y la tercera, las características socioeconómicas que configuran un tipo particular de pobreza urbana.

De acuerdo a la anterior categorización, en primer lugar  están los aspectos relativos a la dinámica de la migración, que  reviste consideraciones particulares. Para Larisa Adler Lomnitz, un factor determinante para alentar la migración es contar con familiares en el lugar de destino. Las cadenas migratorias funcionan en la ciudad de México prácticamente desde 1950. Ello permitió –entre otras cosas- que se consolidaran los espacios de vivienda de apropiación ilegal y la urbanización hormiga de los espacios de la periferia.

En concordancia con el asunto de las cadenas, las estrategias de sobrevivencia se centran en las redes establecidas entre parientes, familiares, paisanos y conocidos. Las redes son indispensables para asegurar la sobrevivencia no a nivel individual, sino de grupo. Los trabajos que permiten la sobrevivencia de estos grupos, se fueron “regionalizando” y especializando de acuerdo al lugar de procedencia. Tal es el caso – por ejemplo- de las mazahuas y la venta ambulante.

En términos económicos, los migrantes llegan con bajos niveles de escolaridad y preparación para desarrollar trabajos técnicos, lo cual los obliga a insertarse en diferentes ámbitos de la ocupación informal. Ya sea como albañiles, cargadores, estibadores, carpinteros o plomeros en el caso de los hombres, y como vendedoras ambulantes y trabajadoras domésticas en el caso de las mujeres.

Ligada a esta condición, están las alianzas que se forman con redes organizativas alternas a las redes de parentesco o lugar de origen. Es  un error creer que los migrantes son entes no politizados. El movimiento urbano popular que crea organizaciones políticas con demandas específicas de vivienda, servicios, educación y/o empleo, se nutre de manera importante con la población migrante que llega a la Ciudad de México. Y en este sentido, también es un error creer que la población migrante es reclutada en organizaciones políticas por ignorancia o manipulación. Existe un claro conocimiento de las estructuras autoritarias desde las  comunidades expulsoras de origen, siendo en algunos casos el detonante que los lleva a tomar la decisión de migrar hacia las ciudades.

Los pobres de la ciudad – entre los que se encuentran los migrantes -carecen de servicios, trabajos estables, vivienda y educación. Pero siguen llegando. Para los años ochenta son un problema serio para la ciudad y para el gobierno local que empieza a sentir los primeros efectos de la saturación y la explotación demográfica. Para el gobierno local, el fenómeno provoca cambios y reestructuraciones de las regiones productivas del centro del país. Es por aquella época que se filma y exhibe “El Milusos”

3.- El Milusos. El migrante urbano en el imaginario colectivo.

En 1981, cuando la dinámica empezaba a generar tensiones de múltiples tipos, llega a las pantallas “El Milusos” cinta dirigida por Roberto G. Rivera, y estelarizada por Héctor Suárez.[7] La cinta se realiza con muy bajo presupuesto, pero resulta exitosa en taquilla y además recibe premios a nivel nacional e internacional.[8] La historia permitía que hubiera personajes pequeños – actuaciones especiales se podría decir- que permitieron que las grandes estrellas de la comedia en aquellos años, participaran con algún papel en la cinta, lo que resultó un efectivo gancho de taquilla.

En palabras del propio Héctor Suárez, no fue fácil de filmar por su contenido. “No nos la dejaron filmar hasta que acabara el sexenio de Echeverría y después nos la dejaron filmar con reservas. La idea nació cuando hacía en Irapuato La mujer de a seis litros, y junto con Ricardo Garibay vieron una fila de campesinos que marchaban hacia la Ciudad de México. “Le dije a Ricardo: ‘¿por qué no escribes una película de esta pobre gente que va a México y son explotados y encarcelados?’ Me dijo que tenía un guión parecido, se llamaba ‘Tránsito López’, como se llamaba el Milusos en la película. Me pidió un tiempo y después me llamó para decirme que ya tenía la película.” [9]

La trama narra las desventuras que debe afrontar un migrante rural al llegar a la Ciudad de México. El personaje central, Tránsito López– interpretado por Suárez- es un campesino que debe dejar su lugar de origen a causa de la pobreza. En la ciudad intenta de todo, siempre en el ámbito informal y bajo el común denominador del abuso. Todas sus experiencias terminan mal, y cada vez más pobre y más perdido, Tránsito López empieza comprender el mensaje central de la película: ya no vengan para acá.

Para el público, el Milusos es el retrato fiel de los migrantes, de lo que sufren en la ciudad y de los problemas que ocasionan. Es un arquetipo en el sentido de que construye una imagen compartida e incrustada en el imaginario colectivo. La cinta se centra en el drama a manera de comedia, de todo lo que tiene que hacer un campesino ignorante para sobrevivir. Y es coherente con el mensaje oficial, que omite en el retrato del migrante algunas consideraciones básicas respecto al perfil de los migrantes, como serían las siguientes:

Tránsito  López llega solo a la ciudad sin conocer a nadie. Esta situación es la principal causa de sus desventuras, porque carece de la red que le permitiría integrarse a alguna estrategia de sobrevivencia comunitaria. Pero el caso es que el hecho es extraño, porque para los años 80, las cadenas funcionaban y se fortalecían, en función del mejoramiento de la calidad de vida de la primera generación, que ya tenía casa, trabajo y conocidos establecidos en la ciudad.

Además el migrante se aparece como víctima del abuso permanente – situación que si bien no está muy alejada de la realidad- ofrece una visión del universo citadino donde se depende únicamente de la propia voluntad y las decisiones personales. Nunca se habla de la responsabilidad del Estado para con éste fenómeno, ni de las condiciones que orillan a miles de campesinos a migrar después del fracaso del intento de modernización industrial y el fallido reparto agrario. Es decir que la gente es pobre y sufre a causa de sus malas decisiones. El migrante queda a merced de quienes lo explotan y abusan de él, sin que nadie pueda remediarlo. Es por ello que es mejor no haber venido, y pasar el mensaje. Les digo: que ya no vengan para acá.

El final –incluido el emotivo discurso en boca de Jose Carlos Ruiz- deja contento al público, en tanto es una manera de llegar al socorrido feliz desenlace. Pero desgraciadamente es falso. Los migrantes pocas veces regresan a sus comunidades de origen, siendo en realidad lo más común que traigan a su familia. Otra decisión que parecería ilógica dentro del contexto de la película, pero que queda demostrada en la realidad con las cifras del crecimiento urbano de la segunda mitad del siglo XX en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.

Y es que la película deja de explorar de manera deliberada, las razones por las cuales no sólo no dejan de venir, sino que se quedan. Y entre ellas la principal es que en la ciudad, ese mundo marginal de pobres y abusadores permite la sobrevivencia a pesar de todo. Es por ello que esos migrantes ignorantes, marginalizados y empobrecidos, se fueron quedando, ocupando espacios donde no había servicios, porque es un hecho que en sus comunidades tampoco los había. En la ciudad, sus hijos tienen escuelas, además de que vendiendo o mendigando se consigue dinero y se puede comer. Y también saben que el cacique será sustituido por el líder de ambulantes o del movimiento de invasión de predios, que les pedirá voto y apoyo en las marchas, a cambio de algunas mínimas prebendas.

Sí, hay ganancia después de todo. En el campo la economía de subsistencia se agota, las comunidades se van quedando solas y el cultivo del maíz y el frijol no son suficientes para vivir de la tierra. No hay escuelas ni servicios. La migración no resulta tan mala opción desde esta perspectiva tan desoladora.

Por último, El abuso, la explotación y la discriminación, están definidos en la película solo por los personajes con los que Tránsito trata. Nunca – en la cinta-  hay una reflexión sobre el abuso estructural hacia los pobres, los indígenas y los marginados de la ciudad. Es decir que la existencia de una estructura social abiertamente discriminativa y marginalizadora es algo que nunca se cuestiona para las clases medias dentro de la historia. No hay mensaje acerca de la necesidad de no seguir marginando y discriminando a los pobres, antes al contrario: sufren por haber venido sin que nadie los hubiera llamado y todo ese desprecio es el precio que deben pagar por el atrevimiento.

El discurso en general, está orientado a desalentar la migración poniendo énfasis en la toma de decisiones individuales. Pero migrar o no migrar no es asunto para pensárselo una vez y decidir que no tiene caso. Es la solución desesperada para muchas familias campesinas e indígenas antes la falta de programas destinados a fortalecer al campo y combatir la pobreza.

Conclusiones

En términos generales y a manera de conclusión, si la historia se hubiera realizado usando el perfil que los estudios describen, quizás la película no hubiera sido tan exitosa, o bien no hubiera entrado en el género de la comedia.

De otro modo quien sabe si resultaría atractivo saber que Tránsito López  llegara a casa de algún conocido o pariente que le conseguiría trabajo, de ayudante o aprendiz con poca paga. No pagar renta le hubiera permitido mandar algo de dinero a su familia. Lo más probable es que hubiera conseguido- gracias a los movimientos de ocupación de predios- algún lugar en la periferia y empezar a construir unos cuartos. En un par de años, traería a su familia, los niños podrían ir a la escuela y su mujer dedicarse a lavar o planchar ajeno.  La colonia mejoraría con el tiempo y quizás alguno de sus hijos podría estudiar una carrera técnica. Hoy, Tránsito López ya tendría un casa donde hay cuartos para las familias de sus hijos, y quizás alguno de sus nietos ya haya podido ir a la Universidad. Con cerca de 60 años, lo más probable es que no haya regresado a su pueblo.

Pero tal vez esta diferencia se haga más evidente  si comparamos las voces de lo ficticio con la realidad. Y para Agustina, migrante e indígena mazahuas establecida en la Ciudad desde hace varios años e integrante de la cooperativa  Flor De Mazahua, la situación es clara:

“Cuando nos decían, Váyanse a su rancho ¿qué hacen aquí? Ay, por gusto no vinimos, les decíamos. Es que aquí las van explotar nada más váyanse a su rancho. Si hubiera trabajo en mi rancho no vendríamos aquí, ni verles la cara a estos pendejos, pero como no tenemos los medios…”

Si, por gusto no vinieron. Ni tampoco por gusto se quedaron. Y para la mayoría de ellos la famosa frase “Voy y vengo” carece en absoluto de sentido.

Referencias:

Bibliográficas:

Adler de Lomnitz Larissa, Como sobreviven los marginados, Editorial Siglo XXI, México 1989.

Arizpe, Lourdes, Campesinado y Migración, Sep- Cultura, México 1985.

C.G.Jung, Arquetipos en inconsciente colectivo, Ed. Paidós, Barcelona, 1984.

Loeza, Cortés Norma Lorena, La participación de los migrantes indígenas mazahuas en las organizaciones de vendedores ambulantes en el centro histórico, como ejemplo diferenciado de estrategia de sobrevivencia en el medio urbano, Tesis para obtener el grado de Maestría en Estudios Latinoamericanos. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 2002.

Sánchez Flores, Magdalena Patricia, …Y se va a convertir en ciudad de población campesina: la ciudad escaparate y los espacios indios en San Cristóbal de las Casas. Tesis de Maestría en estudios regionales. Instituto de Investigaciones José Ma. Luis Mora, México 1993.

Electrónicas

Filmografia Héctor Suárez. Pagina web www.hectorsuarez.com. Disponible en línea http://www.hectorsuarez.com/filmografia.html . Consultado el 12 de octubre de 2008.

Entrevista a Héctor Suarez en Líderes Mexicanos, disponible en http://www.lideresmexicanos.com/articulos.php?id_sec=44&id_art=672 consulatado  el 10 de octubre de 2008

Documentos

Entrevista a la Sra. Agustina Mondragón. Ciudad de México 2002.


[3] Para efectos de definición, se usa el término arquetipos, acuñado por Jung, referido a las formas e imagénes de manera colectiva. Para más datos, consultar C.G.Jung, Arquetipos en inconsciente colectivo, Ed. Paidós, Barcelona, 1984.

[4] Loeza, Cortés Norma Lorena, La participación de los migrantes indígenas mazahuas en las organizaciones de vendedores ambulantes en el centro histórico, como ejemplo diferenciado de estrategia de sobrevivencia en el medio urbano, Tesis para obtener el grado de Maestría en Estudios Latinoamericanos. Facultas de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 2002. p.47

[5] Sánchez Flores, Magdalena Patricia, …Y se va a convertir en ciudad de población campesina: la ciudad escaparate y los espacios indios en San Cristóbal de las Casas. Tesis de Maestría en estudios regionales. Instituto de Investigaciones José Ma. Luis Mora, México 1993. pp. 15-22.

[6] Arizpe, Lourdes, Campesinado y Migración, Sep- Cultura, México 1985.

[7] Filmografia Hector Suárez. Pagina web www.hectorsuarez.com. Disponible en línea http://www.hectorsuarez.com/filmografia.html . Consultado el 12 de octubre de 2008.

[8]La cinta recibe la Diosa de Plata al mejor actor masculino en 1983 y otros seis premios internacionales.

[9] http://www.lideresmexicanos.com/articulos.php?id_sec=44&id_art=672