La Persecución

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Manuel Cruz

@cruzderivas

Desde su origen, el cine ha recurrido a una infinidad de técnicas para obtener miedo del público. Su historia alberga a memorables extraterrestres, dinosaurios y catástrofes naturales, pero de vez en cuando, la realidad del otro supera a la imaginación. La Persecución cree en esa premisa. La primera mitad de su historia cuenta la relación de Ben (Jeremy Irvine) un joven guía de caza, con John Madec (Michael Douglas), un arrogante millonario en búsqueda de su última presa. ¿Acaso es el inicio de una simbólica relación padre e hijo? ¿Un road movie desértico? Es una opción válida, hasta que Madec extrae su rifle de francotirador y procede a destruir fragmentos del terreno. Aún así, Ben decide ignorar las peculiaridades de su acompañante y continuar con el viaje. Pero no pasa mucho tiempo para que Madec confunda a un habitante de la zona con su objeto de caza, y tras un breve pero calculado debate, decida inculpar a Ben por el asesinato.

Así, el escenario del bueno contra el malo queda definido, pero gracias al guión de Stephen Susco, ninguno de los personajes se siente inverosímil. Madec es el indudable villano, pero el motivo detrás de sus acciones recuerda másal comportamiento -extensivamente documentado- de los banqueros de Wall Street, y no tantoa un psicópata estándar.. Quizás los villanos más terribles son la encarnación de cuestionamientos: ¿Su acción es razonable, o no? Y más aún, ¿hay justicia para los inocentes? Esa segunda pregunta acecha la mente de Ben y la audiencia que lo sigue en el desierto, esperando su muerte en las manos de Madec, o encontrando ingeniosas estrategias para huir de su mirada.

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Jeremy Irvine y Michael Douglas en La Persecución

La Persecución combina sorpresa y verosimilitud con una destreza notable: si bien hay un par de momentos que se sienten específicamente diseñados para el avance de la historia, esta se pone en constante juego. Nada está claro durante los 90 minutos , y por momentos la narrativa se transforma en un crudo retrato de dos, muy diferentes estados de ser: la crueldad sin límites de Madec y la creciente debilidad de Ben. Michael Douglas no es un abuelo entrañable , ni Jeremy Irvine un rompecorazones invencible. Hay algo más impulsivo, no necesariamente racional, y profundamente llamativo.

Al igual que Maratón de la Muerte años atrás, La Persecución enfatiza el poder de una historia bien pensada. Y coloca a dos actores en su oficio, lejos de potenciales estereotipos. Es una de las cintas más recomendables de la temporada, y un fuerte recuerdo sobre el ocasional terror que reside en el ser humano.