Looper: A vueltas con el tiempo.

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La posibilidades que se abren ante el poder que da viajar en el tiempo, poder adelantarse al futuro, o arreglar los errores del pasado, siempre ha despertado la imaginación del ser humano.  En el cine de género, esta temática se convierte en un clásico que nunca deja de sorprender. ¿Quién no recuerda el Delorian de Back to the Future de Robert Zemeckis (1985)?, ¿o la surrealista interpretación que Brad Pitt hiciera en Twelve Monkeys de Terry Guilliam (1995)?, o más reciente, la fallida adaptación del relato de Ray Bradbury, The Sound of Thunder de Peter Hyams (2005) que tambien dirigiera TimeCop (1994)

Looper, de Rian Johnson es precisamente eso. Un ensayo sobre este subgénero que cuenta en su elenco con actores de primera talla como el recientemente padre de nuevo Bruce Willis, o el emergente Joseph Gordon-Levitt, actor fetiche del director Chris Nolan.

La trama consiste en un grupo de sicarios, los loopers, que matan por encargo a víctimas que son enviadas de un futuro en el que hacer desaparecer un cadáver es poco menos que imposible. El protagonista, Joe, se encuentra con que un día, su víctima es él mismo, enviado desde el futuro con el fin de cambiarlo. Ambos Joe, el joven y el viejo, competirán a lo largo de más de una hora de aguantar la respiración por sus respectivos objetivos.

Rian Johnson hace un ejercicio interesante, proponiendo un escenario de un futuro cercano distópico, en el que la civilización occidental se encuentra en el punto álgido de su decadencia. Este fondo es aderezado con elegancia con elementos sobrenaturales (poderes telequinéticos) para dar como resultado una película eficiente que a pesar de durar casi dos horas, se pasa rápido entre una y otra escena de acción.

Johnson, así mismo y merced a un potente guión, consigue compenetrar a Willis y Gordon-Levitt en un mano a mano interpretativo eficiente que empequeñece a los demás miembros del reparto. Y es que, con la dosis de acción adecuada, ambos actores se desvelan como profundamente carismáticos, y realistas, encajando en sus papeles a la perfección y dándole talla a la película que gana credibilidad con el hacer de ambos.

Pero no sólo las interpretaciones destacan. La imaginería con la se impregna la película es antológica, mostrando un escenario futurista poco amable y agorofóbico, todo ello acompañado de una un sonido a la altura que por momentos resulta inquietante en las escenas dramáticas, y potencia la generación de adrenalina en las de acción, con lo que el espectador se verá en Looper, cautivado en un maremagnum de paradojas, de circunstancias imposibles y de golpes de efecto que resultan eficientes y que hacen que el pago de la entrada merezca la pena.

En su debe hay que hacer notar algunos notables fallos argumentales, que sólo se explican por la necesidad de incrementar la carga dramática del film, pero que el respetable a buen seguro obviará a cambio del buen rato de entretenimiento que la película regala a cambio.