Un buen actor sabe meterse perfectamente en la identidad del personaje, y copiar muchos de los aspectos de su personalidad, creando una serie de pautas convincentes. Sin embargo, todo eso puede ser inútil si no puede duplicar ciertas habilidades. Para ello, los productores recurren a los llamados entrenadores técnicos, que son los encargados de enseñarle a la gente necesaria los detalles que requieren para darle realismo.
Contra lo que imaginamos, muchos de éstos no trabajan exclusivamente con los actores. De hecho, son muchos los guionistas que se asesoran de historiadores, médicos, expertos y profesionales de todo tipo, que les indican como hablan tal o cual personaje, o cual es el procedimiento de algún grupo. Del mismo modo, los diseñadores de vestuario y de escenografía requieren el apoyo de muchas personas.
Sin embargo, los actores son los que más requieren de este tipo de expertos, y usualmente son en las disciplinas más extrañas. Están desde los que se someten a rígidas disciplinas militares, o aprenden a pelear como espadachines clásicos, hasta los que deben de aprender a tocar algún instrumento, las forma de moverse si son nobles o reyes, o hasta como hablan los miembros de una banda callejera. Prácticamente cualquier profesión o disciplina puede caber aquí. Patrick Stewart, por ejemplo, tuvo un par de pláticas con una terapista física, para saber como se debía de mover alguien con paraplegia; mientras que Demi Moore se sometió al mismo tipo de entrenamiento que se le daban a las Fuerzas Especiales del Ejército de los EU.