Los ratones y el cine

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Tales of Despereaux 

Hoy, la Jornada publica una interesante entrevista con Sam Fell, director de Despereaux: un pequeño gran héroe, próxima a estrenarse en nuestro país. Fell habla para la Jornada de muchas cosas relevantes, como que "los niños no solo necesitan chistes y cosas rápidas para entrenerse" afirmación con la que estoy completamente de acuerdo.

Pero independientemente de recomendar la lectura de la entrevista completa, hay otra cosa que me llamó la atención, y es que Fell por ahí comenta que "los ratones se prestan bien para la animación; ha habido muchos personajes. Esta historia de Despereaux da la casualidad de que también tenía un ratón. Así que ahora tenemos otro. Los ratones son bastante tiernos. Creo que siempre van a existir en las animaciones, pues es muy fácil darles una cualidad humana."

Me dejó pensando en todas las veces que aparecen ratones en películas animadas, emepzando ¡claro! por el mundialmente conocido y admirado Mickey Mouse, ícono de la industria de entrenimiento infantil más grande del mundo. Pero Mickey es un ratón estilizado. Con el paso del tiempo, los ratones tenían que verse más como ratones verdaderos y es así que por ahí tenemos a los ratoncitos de La Cenicienta, o los de Bernardo y Bianca. Jim Henson hizo animatronics de ratón para Las Brujas, y su hermano aprendió bien la técnica al crear unos ratones que cantan ópera en Babe, además -por supuesto- de la granja entera.

Me acuerdo también de Un ratoncito duro de roer, donde un ratoncillo blanco es la estrella de la película. Y ese sí nunca habla. La animación latinoamericana (argentina para ser exactos) también contribuye con su Ratón Pérez, que hasta canta y baila una de Vicentico al final de la película.

Pero definitivamente, los ratones en el cine alcanzaron un nuevo nivel después de Ratatouille. En primer lugar porque los puso donde menos los queremos: ¡en la cocina! -una amiga mía confiesa que tuvo que salirse en la escena de la invasión de ratas haciendo de comer y otra, que no tuvo valor para  ir a verla.  Y es que será muy animada y todo, pero las escenas de las ratas se ven muy reales, no aptas para almas sensibles. En segundo lugar, la historia termina por ser tan entrañable que trasciende la categorización de mero cine de animación para instalarse con justicia entre los melodramas más apreciados de nuestros tiempos.

Total que por estas razones, esperamos que Despereaux,  nuevo miembro de la familia roedora cinematográfica, no desentone con tan ilustres predecesores.