Los X-Men necesitan a Deadpool. Más aún cuando Deadpool ya tiene su propia película, y ambas propiedades pertenecen a 20th Century Fox. Llegar a esa conclusión no implica necesariamente que X-Men: Apocalipsis], la más reciente entrega en las aventuras de los mutantes sea mediocre o poco disfrutable. Pero si que es una más: una colección de elementos previamente vistos y ambiciones logradas que gradualmente reducen y convierten en fórmula a la originalidad que las caracterizó en un inicio. Las películas de los X-Men son el smartphone de los superhéroes en cine: común al borde de lo obvio. Y Deadpool es el estuche de piel de prepucio de un cerdo sodomita (si, todo eso es posible ahora) que podría refrescarlos.

X-Men Apocalipsis presenta a una generación conocida durante su juventud

Hace 16 años, Bryan Singer se inició con X-Men. Introdujo a debatiblemente uno de los mejores repartos en la historia de superhéroes para cine, cuyo crecimiento natural hace sentir a una generación - joven en el mundo real - decididamente vieja: Ian McKellen y Patrick Sewart afortunadamente siguen trabajando, pero no estarán para siempre, y la tarea de encontrar a Wolverine tras la inevitable partida de Hugh Jackman será como reemplazar a Steve Jobs: posible, pero no necesariamente igual. Singer introdujo todos estos personajes y sus respectivos intérpretes a toda una audiencia, los llevó quizás a su mayor crisis dramática en la secuela, X2, y luego, estando fuera, dejo que Brett Ratner acabará con varios en diferentes maneras durante X Men III: La batalla final. Si no puedes seguir adelante, regresas: y tras una irrelevante película individual de Wolverine, se da a conocer a todos los que ya conocían algunos, pero más jóvenes: entra la camada actual de James McAvoyMichael Fassbender y Jennifer Lawrence, entre otros. Luego, los jóvenes se encuentran con los viejos en una combinación que sólo prescindía de Star Wars para hacer espacio (y eso es, dependiendo de Marvel y Fox, relativamente posible ahora) y ahora, regresan los jóvenes, en la década de los 80.

La cinta resuelve esa duda sobre el Profesor X

Y con ellos vuelve aquello que atrajo a Singer a meterse con los mutantes desde un inicio: la marginación social. Magneto es un sobreviviente del Holocausto, y el rechazo a los demás mutantes es una forma más de racismo y denigración descarada. Desde luego, estos no son temas que deben ignorarse, pero desde un punto de vista narrativo, Synger los uso al extremo de trasladarlos a otros universos: Los X-Men sufren de una lucha existencial. Son los primeros en hacerlo. Pero el Spider-Man de Sam Raimitambién (y la audiencia con él en Spider-Man 3). El Batman de Christopher Nolan sufre a un extremo trágico, y el Batman de Zack Snyder hace una pataleta que no convence ni a Freud.

Y a Deadpool literalmente le vale madres. Después de más de una década de drama, que va de lo profundo a lo patético, es extraordinariamente necesitado ahora.

A diferencia de X-Men First Class y X-Men Days of Future Past, la trayectoria de Magneto (Fassbender) en Apocalipsis es probablemente la más interesante

Porque mientras los mutantes sufran, lejos de la visión pacífica del Profesor X, alguien los podrá convencer de vengarse contra el resto del mundo, porque si. Y esta vez el turno le toca a Apocalypse (Oscar Isaac), un mutante convenientemente encerrado en una pirámide egipcia desde hace un milenio, que convenientemente despierta en mitad de la época Reagan, convenientemente aprende inglés e historia de todo tras palpar una televisión (¿Gritar Martha ya no se siente tan raro ahora, o si?), y convenientemente disfraza a sus reclutas segundos después de convocarlos a luchar contra un mundo de máquinas y sistemas que ya no se parece al Egipto de hace más de un siglo (¡sorpresa!) A él se unen la nueva versión de Ángel (Ben Hardy), Tormenta (Alexandra Shipp), Psyloche (Olivia Munn), y Magneto.

La Nueva y Joven Tormenta de X-Men Apocalipsis

X Men: Apocalipsis funciona para dos audiencias: la trama de Simon Kinberg sigue trayectorias convencionales de alianzas entre el mal, el destierro de los buenos tras un ataque de los malos, y el ataque nuclear que pone a todo el mundo (pero sobre todo, a Estados Unidos) en el borde del cataclismo... Hasta que los héroes salvan el día y sólo dejan un par de ciudades completamente destruidas. Los buenos son buenos y los malos son malos a un extremo que casi no deja espacio para el argumento esencial de los X-Men según Singer: qué hacer con aquellos que son "diferentes" en un mundo aparentemente normal. Ese es el punto de eterno debate entre el Profesor X y Magneto, y la raíz del conflicto para personajes como Wolverine o Rouge, ausentes en esta historia. Pero Apocalypse, el villano en turno, ni siquiera se da el tiempo de justificar su maldad, de tener un debate con el profesor X. No hay dilema, no hay puertas abiertas, no hay preguntas por hacer o discusiones por plantear, que al menos la trilogía original de Singer si dejó. Apocalypse sólo es un sujeto convencido de que todos deberían vivir como en Egipto hace más de mil años. El abuelo más testarudo del planeta.

Con 6 películas ya, Apocalypse es uno de los villanos menos interesantes de la serie

Y eso funcionará para una audiencia menos joven, dispuesta a ver la cinta junto a sus padres. Las secuencias de acción cumplen la meta y no exageran (Marvel no ha encontrado a su Zack Snyder aún). Pero la audiencia de superhéroes en cine ha cambiado tras 16 años, y películas como esta se convierten en un veloz juego de sapiencia, detectando qué personajes nuevos hay en esta historia, cómo se relacionan, y que podría ser de ellos más adelante. Entre el calendario cinematográfico de Marvel y la relación con Netflix que ha producido series como Jessica Jones, los superhéroes en cine se han vuelto el juego de legos más ambicioso de la historia: todos pueden entrar, en cualquier momento, y superar lo que se estaba viendo segundos antes, hacer un comentario sarcástico, e irse.

El regreso de Quicksilver es ciertamente bienvenido

Pero esa satisfacción mutua de audiencias también puede ser un problema. Mientras que una generación podría adoptar a estos nuevos mutantes (y viejos mutantes con nuevos actores) como una novedad, otro grupo, el que vio X-Men hace 16 años, realmente ya ha visto todo (más si el cameo a la mitad de la película corresponde a la narrativa original de Singer). Es funcional, en un contexto donde lo funcional podría volverse un estándar para los siguientes X-Men, el nuevo Spiderman, los defensores, la siguiente lucha de los Avengers, etc, etc y más etc. La respuesta al problema está en el exceso: irse por lo funcional trae riesgos. Los 4 Fantásticos carga la prueba. Batman VS Superman también, en su propio universo. El éxito en taquilla ya no es necesariamente la única justificación para seguir avanzando. Hay una legión de espectadores que busca ser satisfecha en más de un aspecto, precisamente porque directores como Singer dejaron un alto estándar. Es una legión tan o más inteligente que los guionistas de las cintas recientes, ya no necesariamente conformes con un cameo en mitad de una narración esperada. Es la legión que celebra a Deadpool, una burla descarada sobre la cultura de al menos los últimos 16 años, y la convierte en la cinta más exitosa de 20th Century Fox.

Con X-Men: Apocalipsis, es probable que los mutantes de Singer hayan llegado al borde del sufrimiento. Quizás todo un universo de personajes ya tuvo demasiadas lágrimas. Y mientras innovadoras series como Jessica Jones llevan el drama en nuevas direcciones, las cintas de superhéroes podrían comenzar una etapa más lúdica, con Los Avengers de Joss Whedon como referencia. Quizás la siguiente película de los X-Men debería unir a los 4 Fantásticos con dos o tres Avengers exportados, en lucha contra un superpoder más infantil. Loki podría estar cabreado con Tormenta por algo. Iron Man podría jugar con el profesor X a construir la máquina más poderosa. Wolverine y el Capitán América tendrían debates sobre Vietnam. Y antes de que salgan los argumentos de imposibilidad legal, si Fox tuvo el valor para hacer una película de Deadpool, deberían tener lo mismo para liberar a todos, y hacer un frente liberal de superhéroes, que se transporten - con y sin Nocturno - entre sus múltiples universos. Y desde luego, Deadpool tendría que estar en la cabeza. Tendría que competir con Cíclope por ver quién se liga más rápido a Jean Grey, o buscar las 50 Sombras de Psyloche. Tendría que bullear sin piedad a la Mole e insinuar que tiene un romance secreto con Bestia, y preguntarle a Spider Man si esta vez va a salir tan Emo como la versión pasada. Y la pasada. Y la anterior antes de esa.

Es hora. Bien se sabe que Deadpool ha esperado años para - literal y no tan literalmente - jodernos a todos.

Manuel Cruz

@cruzderivas

manuelcruz

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