Lucha Underground en Netflix: una muy particular mitología sobre la lucha libre mexicana

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Esta semana llegó por fin el tan anunciado estreno de Lucha Underground en la plataforma de retransmisión de series y películas Netflix. Para los seguidores de la lucha libre en Latinoamérica puede significar una oportunidad para acercarse a un producto que hasta hace poco sólo estaba disponible para Estados Unidos por El Rey Network, y algunos otros países como Alemania, Japón y Tailandia.

Destinada a crear un mercado internacional para la promotora de lucha libre Triple A, la serie contiene valores de producción cinematográfica que la hacen diferente de otros programas de lucha televisada. Y no es para menos teniendo como productor general a Robert Rodríguez y la productora Metro Goldwyn Mayer.

Aunque el centro del programa televisivo son las contiendas sobre el cuadrilátero, éstas toman sentido gracias al argumento en el que se enmarcan para convertirlo en una serie acerca de una muy particular mitología sobre la lucha libre mexicana.

La historia comienza con un joven que está siendo golpeado por unos pandilleros y es rescatado por un luchador enmascarado. Éste cuenta una leyenda según la cual, el estilo de lucha libre en México es una herencia de las siete tribus que fundaron el imperio azteca.

Por otro lado, el promotor de lucha libre, Darío Cueto, aparece en México para reclutar al “mejor” talento del país para competir en su promoción Lucha Underground, la cual tiene como sede un almacén en Boyle Heights, uno de los barrios más peligrosos de los Ángeles en Estados Unidos, y que, según el mismo propietario, honra las tradiciones de la lucha libre mexicana, por lo cual más que una arena es considerada un templo.

Más tarde descubriremos que el joven rescatado en el inicio ahora forma parte de la competencia con el nombre de Prince Puma y por boca de Konnan, su mentor, sabremos que, aun cuando nacido en los Estados Unidos, es descendiente de una de las siete tribus legendarias.

En el transcurso de las dos temporadas que hasta ahora están disponibles en Netflix, iremos conociendo la historia de varios de los competidores o al menos los motivos detrás de su participación en Lucha Underground.

Hasta aquí, la idea perece atractiva, incluso el guion es aceptable, la narración en términos de imágenes resulta atractiva y fácil de seguir, en cambio, los diálogos están muy descuidados y peor interpretados, incluso por los pocos actores profesionales, entre ellos, Luis Fernandez-Gil, quien lleva el personaje de Darío Cueto y es conocido en México por su participación en la serie original de Netflix Club de Cuervos.

La fotografía y el montaje podrían ser lo más atractivo de Lucha Underground, si ya de por sí una lucha televisada nos muestra un punto de vista particular, en ésta versión cinematográfica, encontramos un encuadre, iluminación, y movimientos de cámara que destacan sólo las partes del encuentro que el director quiere proyectar para producir diferentes emociones.

Lo peor de la serie es la forma en que se presenta la cultura mexicana al exterior. Más lamentable todavía si consideramos que están involucrados socios mexicanos. Pero eso es tema de otra reflexión, si quieres seguirla aquí está el enlace. Fuera de eso, la serie está destinada a complacer a un público bien definido: los seguidores de la lucha libre Triple A.