Mark Gordon y Aaron Sorkin juntos para "Molly's Game"

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Tras colaborar en el filme sobre Steve Jobs que dirigirá Danny Boyle para Sony Pictures, los productores Mark Gordon y Scott Rudin y el guionista Aaron Sorkin volverán a colaborar juntos en "Molly’s Game", adaptación de la biografía autorizada escrita por Walter Isaacson sobre Molly Bloom, una mujer que a los 26 años organizaba partidas de póker clandestinas para Tobey Maguire, Leonardo DiCaprio, Ben Affleck y sus amigos de Hollywood; luego, para capos de la industria y titanes de Wall Street... Hasta que la mafia y el FBI hicieron acto de presencia: la 'madame de las timbas' tiene ahora 36 años y está "en la ruina más absoluta" después de que le hayan decomisado todo cuanto ganó con el póker.

Bloom tenía 26 años cuando un hombre al que se refiere como Reardon [muchos de los nombres mencionados en su autobiografía son seudónimos inventados para evitarse problemas legales] la contrató como camarera, la convirtió luego en su secretaria y le encomendó la organización de unas partidas de póker con las apuestas muy altas. En la primera partida, la apuesta mínima era de diez mil dólares.

Molly Bloom
Molly Bloom

Recientemente realizó una entrevista en la que habló sobre su pasado y presente:

La partida iba a tener lugar en el Viper Club, el establecimiento frecuentado por la élite joven de Hollywood. Entre los jugadores iban a estar Tobey Maguire y Leonardo DiCaprio. Molly explica que estaba «increíblemente nerviosa. Me sentía fascinada, abrumada... ¡Era tanto el dinero que cambiaba de manos! La energía era increíble». Y detalla: «Leo no participaba en todas las manos. Llevaba puestos unos auriculares. Tobey le pagaba por estar sentado a la mesa. Leo era el gancho para atraer a otros jugadores. Si perdía, Leo no tendría que pagar nada. En caso de ganar, se llevaría un porcentaje».

Los hombres recuerda Bloom hablaban en esas partidas «de sus matrimonios, de sus vidas, de las mujeres... Tobey contó que sus padres eran tan pobres que la familia vivía en una casucha miserable por la que corrían las ratas. Me enteré de sus proyectos cinematográficos antes que los demás; me enteré de los embarazos de sus esposas antes que lo demás. Escuché cosas que sorprenderían a muchos».

Aaron Sorkin
Aaron Sorkin

En una sola partida, Bloom se sacaba más de tres mil dólares en propinas. Invirtió el dinero en comprarse unos vestidos tan elegantes como osados para las siguientes timbas. «Nunca tuve la ambición de ser actriz o una esposa de Hollywood, asegura. Lo que quería era disfrutar del poder y el dinero». Sus partidas pronto fueron conocidas como las mejores en Los Ángeles. Ella se ocupaba de todo. Les dio un 'aire de fantasía': en hoteles de lujo, con flores recién cortadas, dos masajistas disponibles en todo momento, güisqui escocés de malta, caviar y champán francés. Molly incluso llegó a contratar a acupuntores para que atendieran a los hombres sentados a la mesa. Lo que no había era coqueteos ni relaciones sentimentales entre Bloom y los jugadores. «Siempre dejaba muy clara la situación. Me relacionaba con unos hombres que anteponían el dinero y su carrera profesional al amor y las relaciones personales. Se convirtieron en mis modelos».

El matrimonio y los hijos eran unas perspectivas muy lejanas. Un año ganó cuatro millones de dólares. Contrató a un entrenador personal, se hizo operaciones de cirugía estética, compró ropas carísimas... Con todo, su familia a la que estaba muy unida miraba con disgusto su forma de ganarse la vida. Su padre, Larry, un psicólogo clínico de Loveland (Colorado), siempre insistió en que Molly y sus dos hermanos destacaran en los estudios y en el deporte. «Mi familia siempre me dio su amor, pero a mí no me bastaba con eso».

 

Tobey, el 'ludópata'

Molly pasaba «horas» hablando con Tobey Maguire por teléfono. Le organizaba unas partidas espectaculares, pero el actor quería controlarlo todo. Quería saber quién iba a jugar cada semana, si habría algún jugador nuevo... «Al principio, era encantador, pero pronto quedó claro que en su carácter había una faceta casi demoniaca», afirma. Maguire estaba empeñado en subir la apuesta mínima de sus timbas a cincuenta mil dólares. Curiosamente, Ben Affleck, al saber de la abultada cifra, se sumó al juego. Bloom empezó a darse cuenta de que el juego era compulsivo y que «los jugadores siempre quieren subir la apuesta mínima». Bloom enviaba talones bancarios al hogar de Affleck y su mujer, Jennifer Garner. «Siempre hablaba con mucho amor de su mujer y sus hijos recuerda. Ben es un tipo formidable».

Los problemas empezaron cuando Maguire empezó a tener una mala racha de juego. Culpó de ello a Molly y empezó a atacarla. Una noche, Maguire exigió a Bloom, delante de todos los jugadores, que «gruñera como una foca ansiosa de recibir un pescado»; a cambio le daría una ficha de mil dólares. Molly trató de tomárselo a broma, pero Tobey insistió. Ella se sintió asqueada. «Tobey había ganado millones de dólares sentado a mi mesa y yo, en todo momento, había hecho su voluntad. ¡Y ahora parecía estar obsesionado con humillarme!». Bloom se resistió a plegarse a los caprichos insultantes de Maguire y tan solo conservó el trabajo porque se las había arreglado para reclutar a unos cuantos jugadores que el actor podía desplumar con facilidad.

Bloom dice que los hombres como Maguire «se transforman» cuando están jugando al póker. «Estoy segura de que en casa es un marido y un padre estupendo», cuenta. Pero la relación en torno a la mesa de juego se hacía insoportable. En el año 2008, después de llevar partidas durante cuatro años, Bloom se fue de Los Ángeles. «Me sentía hundida», dice. Se trasladó a Nueva York. Y empezó de nuevo con lo que mejor sabía hacer. Molly habla de una partida en la que varios titanes de Wall Street apostaron cuatro millones de dólares. Entre los jugadores estaba Helly Nahmad [quien más tarde sería encarcelado por participar en estas timbas clandestinas], el hijo del multimillonario marchante de arte David Nahmad. Pero el negocio de las apuestas en Nueva York tenía otros peligros...

La mafia entra en juego

La mafia se puso en contacto con ella. Unos emisarios le pidieron dinero «para protección», y Molly se negó a apoquinar. Unos días después, un desconocido le propinó una paliza tremenda. «¡Te crees muy lista!», le dijo el matón antes de estrellar su rostro contra una pared y pegarle varios puñetazos. Le metió el cañón de su pistola hasta la garganta y arrambló con varios miles de dólares que Molly tenía en su caja fuerte. También le dijo que sabía que su familia vivía en Colorado. Molly comprendió que era mejor que no fuese al hospital ni contara lo sucedido. Se quedó encerrada en casa varios días, a la espera de que los moratones desaparecieran. «Fue horroroso recuerda. Cuando te pasa una cosa así, no vuelves a ver las cosas de la misma manera. Llegué a pensar que mi vida se había terminado para siempre. Lo más triste era que estaba muy alejada de la realidad, de las cosas que son importantes de verdad, así que no pensé en dejarlo todo de una vez. La codicia y el afán de poder eran mis dioses personales, y terminé por perder la cabeza».

Y llegó el FBI

Por si fuera poco, el FBI reparó en ella. La agencia federal estaba investigando un fondo de inversión sospechoso de estar realizando una estafa piramidal. El presidente de ese fondo resultó ser un antiguo conocido del juego en Los Ángeles. En su declaración ante los agentes del FBI hombre se fue de la lengua y mencionó las partidas de póker de Molly Bloom. Tuvo que viajar a Los Ángeles a declarar ante un juez. Y regresó a Nueva York con una sola idea: ganar el dinero suficiente para retirarse pronto. Sin embargo, en marzo de 2011, una veintena de agentes irrumpieron por sorpresa en una partida montada por Molly en Nueva York. Por suerte para ella, no estaba presente esa noche y le dio tiempo a irse a Colorado. Pero en menos de 24 horas se encontró con que las autoridades gubernamentales habían decomisado todas sus pertenencias, y todas sus cuentas bancarias estaban en números rojos.

La Fiscalía quería hablar con ella sobre el crimen organizado. No había escapatoria. El caso ya era público. Por mucho que su abogado insistiera en que las partidas de póker no constituían infracción legal alguna, la prensa empezó a referirse a ella como 'la princesa del juego' o 'la madame de las timbas de póker'». Y una mañana de abril de 2013, el FBI llamó a su puerta. Linternas centelleantes, armas automáticas, esposas de acero... Bloom «nunca en la vida» había imaginado que algo así pudiera sucederle. Pasó 12 horas en una celda y fue puesta en libertad, acusada de haber obtenido beneficio económico de la organización de partidas de póker ilegales. Molly repitió una y otra vez que era inocente, hasta que en diciembre de 2013 se confesó culpable.

En mayo fue condenada a un año de cárcel en régimen de libertad condicional y a una multa de 125.000 dólares. «Tuve mucha suerte», admite. Bloom volvió a Colorado hace dos años, escribió un libro para contar su historia y ahora está hablando con varios guionistas y directores de Hollywood interesados en llevar su vida a la pantalla. Molly insiste en que siempre llevó el negocio «de forma honorable», aunque reconoce que tomó decisiones imprudentes. «Pero el hecho es que soy buena persona».