A principios de este año, los aficionados al cine lanzaron un gemido colectivo y exasperado ante una noticia que afirmaba que Oppenheimer -la película de Christopher Nolan sobre el desarrollo de la bomba atómica- no se estrenaría el 21 de julio, como estaba previsto en un principio.
Ese rumor, rápidamente desmentido, enfureció a la gente por un par de razones. La más obvia es que hay una gran expectación en torno a Oppenheimer gracias al reparto repleto de estrellas que Nolan ha reunido con la esperanza de recuperarse de la relativamente decepcionante Tenet.
El segundo era el hecho de que el día previsto para el estreno tenía el potencial de convertirse en la cúspide del cine tal y como lo conocemos, ya que la película de Greta Gerwig sobre Barbie, igualmente repleta de estrellas (y posiblemente igual de esperada), está programada para llegar a los cines el mismo día y establecer una batalla de taquilla para siempre.
Salvo un acontecimiento increíblemente inesperado, en menos de dos meses asistiremos a uno de los enfrentamientos más esperados de la historia de Hollywood, y mucha gente ha dedicado bastante tiempo a debatir cuál de esas dos películas merecía tener prioridad cuando por fin llegue ese fatídico día.
En mi opinión, la solución más obvia es un programa doble consecutivo en el que se empieza con Oppenheimer antes de utilizar Barbie, un poco más desenfadada, para limpiar el paladar cinematográfico.
Matt Damon es, obviamente, un poco parcial si se tiene en cuenta que interpreta al general Leslie Groves en lo que parece tener el potencial de ser la obra magna de Nolan, pero dio una respuesta bastante diplomática cuando se le preguntó sobre el tema durante una reciente conversación con Vanity Fair, diciendo:
"Es la primera vez que oigo hablar de ello, la verdad. No le he prestado ninguna atención. Hay gente que puede ir a ver dos películas en un fin de semana. Oppenheimer es una de ellas".
Estoy impaciente por hacer exactamente eso.