No llores por mí, Inglaterra

1806. Los británicos invaden la ciudad de Buenos Aires, en ese momento bajo el mando de la corona española. Para mantener a la población tranquila y entretenida, evitando una rebelión y esperando que lleguen nuevos refuerzos de Inglaterra, estos le presentan el fútbol. Su deporte del momento. Este se vuelve un éxito en toda la ciudad, y pronto le generaría un gran negocio a esta.

El exitoso film lanzado en mayo del 2018, logra de alguna manera una película cómica, irónica de lo que fue la llegada de este deporte al pueblo sudamericano y más precisamente a la ciudad de Buenos Aires. Una sociedad que respira fútbol con equipos legendarios como Boca Juniors, River Plate, Racing, Independiente, San Lorenzo, entre otros. Para muchas personas, el lugar con más pasión de fútbol en el mundo.

Y es de esto que la película habla. A veces con un tono quizá burlón, debido a la rivalidad que existe históricamente entre Argentina e Inglaterra, la apropiación de un deporte nacido en Europa que hoy en día ya es más latinoamericano. Quizá no lo noten los resultados, ya que son doce los mundiales ganados para los europeos mientras que en Sudamérica tan solo tenemos nueve, ni tampoco los estadios, ni el dinero invertido, ni las condiciones de juego. Se nota en las ganas y en la pasión al jugar. Un continente tercermundista como lo es América, con pocos recursos invertidos en el fútbol, ha sabido lograr numerosas hazañas heroicas tan solo con rebeldía, garra y entrega. Como lo es el caso de Argentina en el mundial 86’, con Maradona humillando a los ingleses, Uruguay en el mundial 2010 rompiendo todo pronostico como siempre, o más cercanamente, México eliminando al vigente campeón Alemania.

La película cuenta además con la participación de dos leyendas de lo que fue el fútbol argentino. Fernando Cavenaghi, campeón de la Copa Libertadores con River Plate en 2015 y José Chatruc, campeón de la Copa Sudamericana con San Lorenzo en 2002.